¿Qué nos vamos a encontrar en este encuentro de migueles?
Don Miguel para mí es una institución. Pablo Neruda decía que «recordar a Miguel Hernández, que desapareció en la oscuridad y recordarlo a plena luz, es un deber de España, un deber de amor». Esa frase justifica lo que estoy haciendo tanto por don Miguel como por mí. Es muy hermoso poder sentir cada poema de este escritor, con el que puedes llegar al corazón de cualquier espectador. Era un hombre sin dobleces, que amaba a su país, a su gente, a los árboles, a su pueblo... Recitar sus versos acompañado del chelo de Gabrielle Kaufman y del piano de Luis de Arquer genera un efecto brutal. He asumido, como artista y como español, esa obligación, he tirado de esa virtud y, además, me lo paso de puta madre. Soy simplemente un hilo conductor de la belleza. Y creo que consigo que el público vibre igual que yo lo hago.
¿De dónde le viene esa vena tan hernandiana?
De mi padre (el cantante Antonio Molina). Adoraba su poesía. Lo consideraba un superhéroe. Cuando yo tenía siete años él mismo me lo recitaba y a mí, tan pequeño, ya se me erizaba la piel. Aunque también recuerdo una frase que me decía: «No se te ocurra recitar a don Miguel en el colegio». Y es que este poeta tenía ese punto revolucionario con el que mi padre como artista, en pleno franquismo, tenía que tener cuidado. No obstante, él fue el que me involucró en su poesía, el que me enseñó a romper sus versos desde la valentía, que era la misma que el propio escritor predicaba. Don Miguel fue el poeta del pueblo, de la cárcel... Un hombre que con 33 años ya tenía muchas vidas vividas, y que con esa edad se lo llevaron por delante. Se implicó o lo implicaron en una guerra sin haber cometido ni un delito de sangre. «Tristes armas si no son las palabras», decía. Y es que don Miguel, en sí mismo, era un arma muy potente. Descubría la verdad y el villano.
¿Qué injusticias cree que combatiría Miguel Hernández actualmente?
Yo creo que es el mejor rapero que ha existido en la historia. Cuando tú ves nuestra función y escuchas esos versos recitados al ritmo de los músicos, te enfrentas a una auténtica bomba. Es un rap repleto de actualidad. Porque se quejaba de algo de lo que nos seguimos quejando en esta sociedad: la falta de humanidad. Lo que hacen los raperos actuales es muy loable, pero es muy complicado igualar la fuerza y la métrica de este escritor de Orihuela.
¿Le da respeto defender esos textos en la tierra que vio nacer a este escritor?
Más bien me da orgullo. Ya estuvimos presentando este espectáculo en Orihuela y me gusta que a su tierra y a su gente les emocione. Yo lo único que puedo aportar es mi oficio, en el que insuflo sentimiento. Si no hay amor, no vale nada. Trato de conectar con todos eso valores que se están perdiendo y que se integran en su poesía. Cuando voy a los institutos los chavales son los que me hacen las mejores entrevistas. Para ellos su discurso es totalmente actual y a muchos les cuesta creer que están escuchando a alguien muerto hace setenta y cinco años.
Tanto usted como otros actores, como Alberto San Juan, están recuperando en sus shows el arte de recitar.
La poesía siempre estará de moda porque es el esqueleto de todo lo demás, de cualquier arte. La gente tiene ganas de escuchar verdad. Las pamplinas están bien para divertirse. Pero en la vida no todo es risa sino también compromiso. La poesía es valiente y la sociedad está recuperando esa valentía.
