La última tromba de agua que esta semana ha azotado la provincia ha sacado a la luz los riesgos y las carencias a las que se enfrentan los vecinos más cercanos al cauce del río y a los barrancos. Y es que la crecida del Vinalopó ha dejado su huella en diferentes puntos del Camp d'Elx, incluso días después de que hayan cesado las lluvias. Caminos embarrados, socavones o asfalto arrancado son las principales consecuencias que ha dejado la gota fría en lugares del término municipal ilicitano como la pedanía de Daimés, el barranco de San Antón y el de los Arcos. Unos estragos que los propios afectados ya habían advertido ante la falta de atención de las administraciones.

«Llevamos tres episodios así en pocos meses. Se desborda el Vinalopó y nos quedamos incomunicados durante varias semanas. Hemos amanecido con los accesos intransitables con trozos de asfalto como si fueran alfombras de comedor», relataba ayer a primera hora de la mañana Teresa, una vecina de Daimés, donde el martes el camino que da acceso a su vivienda quedó completamente anegado por el agua. Por fortuna, poco antes del mediodía operarios municipales subsanaron algunos puntos de este acceso para facilitar la entrada de los vehículos a las casas. No en vano, pese a esta intervención de urgencia, los vecinos de esta partida rural de Elche lamentaron la falta de mantenimiento y de limpieza en el cauce del Vinalopó, donde la abundancia de cañas y de matorrales dificulta el paso del agua.

«Ni el Ayuntamiento ni la Confederación Hidrográfica del Júcar efectúan las labores de limpieza y mantenimiento necesarias en el cauce, provocando mayores daños si cabe ante las crecidas, ya que el río desborda con mayor facilidad» señalaba Juan, otro residente de Daimés. De hecho, los propios afectados con viviendas próximas a las antiguas escuelas y al camino de la Regalicia confesaron no haber visto a nadie adecentar la zona desde hace, al menos, ocho años. A este lastre se suma también, tal y como denunciaron los vecinos, que, cuando se producen las crecidas y los caminos colindantes resultan destrozados, los operarios suelen tardar semanas en arreglar los desperfectos, por lo que resulta una misión imposible el paso de vehículos de emergencia y de Correos.

Igualmente, desde la Asociación de Vecinos de Daimés-Derramador describieron la falta de atención de las administraciones en esta zona como una «causa perdida». Desde el colectivo vecinal aseguraron que desde 2012 no se limpia la rambla del Vinalopó a su paso por la Vereda de Sendres y se plantean ya elevar su malestar a organismos europeos, tal y como admitieron ayer a este diario. De hecho, desde la agrupación temen que cuando se conecte el colector de la Circunvalación Sur el agua pueda bajar con más fuerza por la zona de Daimés y producir daños más graves.

Pero no solo los residentes de este punto del Camp d'Elx han sufrido los estragos del temporal. En las viviendas rurales próximas al barranco de los Arcos, entre Algorós y Algoda, todavía es muy difícil acceder con los vehículos. «Los coches los tenemos fuera del camino porque es imposible circular, nos quedamos atrapados en el barro y los baches, y nos toca caminar varios metros a pie para llegar a nuestras casas», apuntaba ayer una vecina.

Piedra a piedra

Los afectados echan en falta también una limpieza del barranco, ante la abundancia de matorrales. «No recuerdo la última vez que hubo una actuación en la zona. Podrían crear una zona de tránsito para evitar estas acumulaciones de agua que nos dejan aislados durante días», señalaba la misma vecina. Ella, junto a su madre, confesaban ayer haber tenido que liberar piedra a piedra los accesos en más de una ocasión para poder transitar con menos dificultad.

Igual de molestos se encontraban ayer los residentes del entorno del barranco de San Antón. Aquí, la tromba de agua también ha traído consigo el barro. Las familias que viven en esta zona tienen que pasar cada día obligatoriamente por el barranco para llegar a sus hogares y no tienen otra salida.

«El paso está anegado y estamos esperando a que se seque para poder arreglarlo nosotros, porque aquí nadie se ha hecho cargo nunca. Hay 500 metros de camino que es particular, pero el barranco es de todos», reconocía Rafael Rodríguez, otro afectado de esta zona. En este enclave ocurre lo mismo: los vecinos achacan la falta de mantenimiento el hecho de que el agua se acumule cada vez que llueve con fuerza en Elche, lo que se traduce en problemas para la circulación.

«Llevo 14 años viviendo aquí y no recuerdo ninguna labor de limpieza. Se rompió la presa en 1982 con la riada y desde entonces no se ha hecho nada», señalaba el vecino. Este barranco recoge el agua de la autovía y de varias laderas que se encuentran en la partida de Ferriol, detrás de Bonavista. De ahí que la zona sea vulnerable cuando caen abundantes trombas de agua.

Sin competencia municipal

Desde el tripartito respaldaron que el mantenimiento y la limpieza de los barrancos y de los cauces es competencia de la Confederación Hidrográfica del Júcar. En este sentido, según el concejal de Mantenimiento, Héctor Díez, el Ayuntamiento ya recordó e instó a esta entidad para que actuara ante posibles lluvias torrenciales el pasado mes de agosto y es algo que, tal y como afirmó el edil, se realiza todo los años.