Teléfono móvil, manta térmica,

luz frontal, dispositivo de luz roja intermitente en la espalda, ropa de abrigo y toda clases de material reflectante.Este es el equipamiento mínimo requerido para los participantes que realizan la ruta por las pedanías de Elche andando.

A partir de las 18 horas, en adelante comenzaban a encenderse las luces frontales entre Torrellano y El Altet. Las personas que quedan participando por la noche se agrupan por afinidades físicas y también psicológicas para conseguir superar el duro tramo nocturno y el cansancio que llega de forma inevitable. Sobre las dos de la madrugada llega un momento duro en el que, a la altura del Karting Elche, en el kilómetro 66, a los integrantes de la prueba aún les quedan unos 38 kilómetros para llegar a meta.

Un fin que alcanzarían después de 24 horas adentrándose entre los más diversos terrenos y suelos, pasando por duro asfalto, por escarpados barrancos, la inestable arena de playa y cuestas de gran pendiente en la montaña. Desde la organización del evento, el Policía Local Senén Ródenas, aseguró que la etapa de noche es muy dura y los participantes apenas hablan para no gastar fuerzas. En todo el camino noctámbulo hay voluntarios que acompañan a los que resisten en la ruta, especialmente en zonas delicadas como el Monte Castro para evitar que se despisten. La señalización de la carrera es esencial. Según aseguraba Ródenas, «hay tramos que parecen auténticas autopistas». Las marcas reflectantes que se apostan en las vías facilitan mucho el camino. La solidaridad de los voluntarios que dan ánimos a los que resisten hasta última hora también es un aliciente para llegar a concluir la prueba. Los beneficios de esta carrera se donarán este año a la Fundación Défora.