Las obras de J. Demsky son conocidas por sus referencias al mundo del videojuego, de la ciencia ficción y de lo digital desde una perspectiva retro. Dimensiones en las que la rapidez con la que viajan los datos es crucial. Con esa fluidez, gracias a plataformas 2.0, se difunde por el mundo el mensaje, encapsulado en forma de arte, de este ilicitano. Un arte que curtió sobre los muros de las calles de Elche armado con aerosoles y que ahora, con esos mismos sprays, defiende en museos y galerías de varios puntos de planeta: Nueva York, Osaka, Ciudad de México, Hamburgo, Moscú, Beirut...

Hace cinco años pensó que la mejor forma de ganarse la vida con su creatividad pasaba por dejar de lado un poco lo urbano -ojo, solo un poco- y comenzar a adaptar su discurso al de los soportes que ofrecen los centros expositivos. Asimismo, hace alrededor de un año que se trasladó a Gualajara (México), donde asegura que cuenta con mejores estímulos y materiales para desarrollar cada una de sus obras. Y lo más importante: dispone de mejor enlace con el mercado de Estados Unidos, país del que no paran de salirle compradores. De hecho, muchas de sus creaciones han alimentado salas en ciudades norteamericanas tan importantes como San Francisco, Atlanta o Nueva York. «En estos casos fue dentro de exposiciones colectivas pero en mayo tengo cerrada una individual en Denver», indica Demsky, que todavía no sabe qué tipo de cuadros propondrá allí. Y es que la manera de producir de este ilicitano, al igual que internet, es inmediata y rápida. «Lo que pinto, como ocurre también con el grafiti, es espontáneo. Mantengo las formas tridimensionales y los colores eléctricos por los que ya me decantaba en la calle. Ahora utilizo ese estilo de una manera más evolucionada, adaptándome a cada sitio o al tipo de público», reseña.

En octubre, en Ciudad de México, ya tuvo su primera muestra como único artista en la Galería Toba. La tituló «Vniversal Vniverse» y en ella apostaba, una vez más, por un juego de efectos de profundidad y de tonos muy saturados, con referencias al mundo del arcade y del espacio, y con un sutil devaneo con texturas de su nuevo lugar de residencia, como la del papel picado con el que los mexicanos decoran en momentos festivos. El punto galáctico pero elegante, lo justificaba con la escultura de una nave espacial que había pegado sobre una de las paredes.

En mayo también tiene otra cita individual en una sala en París, donde se encuentra la galería que le representa. «No obstante, gran parte de todas estas conexiones las hago por internet. La gente sigue mis pefiles y me van llamando para hacer proyectos en el extranjero», precisa Demsky. A través de la red se pusieron en contacto con él desde el Contemporary Art Space de Osaka (CASO), donde le pidieron que pintara en diciembre sobre una pared de su edificio. También han requerido sus servicios en un pequeño poblado de China, lugar al que viajará en poco más de una semana a decorar fachadas.

La ligazón de este artista con la calle nunca lo ha acabado de perder a pesar de abrirse al mundo de las galerías y de los museos. Es más, acaba de pasar en Elche un par de semanas «y no he dejado de salir a pintar paredes con el spray y mis compañeros». Cabe recordar que J. Demsky formó parte de uno de los colectivos vinculados al grafiti con más proyección a nivel nacional, los Pornostars. Entre sus camaradas se encuentra su paisano Rosh 333, con bastante nombre a nivel internacional. «Es una pena que a muchos escritores de Elche nos conozcan en todo el mundo y que en nuestra ciudad tengamos que seguir pintando a escondidas», dice.

Actualmente, tanto él como Rosh 333 están cerrando con el Ayuntamiento pintar dos muros del barrio de El Raval, dentro de un proyecto que trata de embellecer con grafiti espacios degradados.