«Reconozco que maté a mi mujer porque ella no quería vivir más y si no ella lo iba a hacer de forma más cruenta», confesó ayer un veterinario de Benijófar ante la Sección Séptima de la Audiencia Provincial de Alicante, con sede en la Ciudad de la Justicia de Elche. El hombre reconoció ante el tribunal y ante un jurado popular haber acabado con la vida de su esposa, de 46 años de edad, de forma voluntaria y consciente en la clínica donde ambos trabajaban. El procesado aceptó una pena de diez años de cárcel solicitada por el Ministerio Fiscal por unos hechos constitutivos de homicidio doloso (con intencionalidad), con el agravante de parentesco. No obstante, el juicio con jurado seguirá en los próximos días.

Los hechos ocurrieron en la noche del 27 de marzo de 2013 en la localidad de la Vega Baja, hace casi cuatro años, por lo que, debido al paso del tiempo transcurrido desde entonces hasta la celebración de la vista oral, la pena solicitada por la Fiscalía ha quedado reducida de 15 años, que se pedía inicialmente, a una década.

El acusado, que lleva en prisión preventiva desde entonces, admitió ayer, en la primera sesión de la vista oral celebrada en la Ciudad de la Justicia, que agredió a su mujer en el quirófano de la clínica, donde él trabajaba como veterinario y ella como auxiliar, hasta causarle la muerte con anestésicos y que estaba dispuesto a practicarle una cirugía de reducción de estómago. Después, confesó haber introducido el cadáver en su coche para incinerarlo «porque ella quería que desparramara sus cenizas». El procesado aseguró ante la sala llevar puesta en ese momento la bata para practicarle una cirugía a su mujer, de ahí a que argumentara también que la sangre encontrada en su ropa fue porque se vio obligado por ella a practicarle una reducción de estómago.

Según expuso el fiscal, el matrimonio, que tenía residencia en Dolores, se quedó a dormir en la clínica de Benijófar y fue allí donde acabó con su vida utilizando instrumentos o procedimientos desconocidos, al no contar con el cuerpo, ni con el arma.

A los pocos días de la noche del crimen, tal y como relató el abogado defensor del veterinario, su cliente compareció de forma voluntaria ante la Guardia Civil y dijo que su mujer se había suicidado con pastillas ante las graves enfermedades que padecía.

Sin embargo, el procesado modificó su declaración el pasado año y señaló que había intervenido a su esposa ante las presiones de la misma para practicarle una reducción de estómago porque pesaba unos 90 kilos y medía un metro sesenta. En esta línea, el abogado señaló también que la víctima murió durante la intervención, pero reconoció que el juzgado no se creyó ni la primera ni la segunda declaración.

Tras los hechos, ni los hijos de ambos ni la familia directa reclamaron acciones judiciales, ni indemnizaciones por los hechos.

Contradicciones

El letrado del acusado precisó que la mujer había tenido anteriormente cinco tentativas de suicidio. En este sentido, el abogado manifestó que aceptó el acuerdo con el fiscal a petición de su cliente, pero aseguró que creía en su inocencia, tras defender también que el acusado no había obtenido beneficios dando muerte a su esposa y que éste temía que su única fuente de ingresos se viniera abajo.

No obstante, aunque advirtió que el acusado habría incurrido únicamente en un delito de homicidio imprudente por realizar la intervención quirúrgica, sí que reconoció que su cliente «perdió los papeles al matarla y al destruir el cadáver». Asimismo, lanzó una crítica a la ley de violencia de género y afirmó que ésta «parte de la premisa de que el hombre es un ser violento».

Precisamente, la Generalitat Valenciana también participa en el procedimiento como acción popular para erradicar una «lacra social», como es la violencia de género, argumentaron, y se adhirió a la petición del Ministerio Fiscal. Durante los próximos días, está previsto que continúe el juicio con la declaración de testigos, peritos judiciales y con la presentación de pruebas.