¿Qué viaje en el tiempo propone en su tercera novela?
Se trata de un libro de corte histórico, con infinidad de hechos reales y documentados, aunque vehiculado a través de una trama ficticia. Todo se contextualiza en torno a la expulsión de los moriscos en 1609, lo que me sirve como excusa para hablar del drama humano y social que supuso para miles de personas esa decisión y también para contar cómo era la vida de los musulmanes en Elche desde que el rey Carlos V les obligó a que se convirtieran al cristianismo en 1516. Cuando fueron expulsados, desde la provincia de Alicante, partieron hacia Mazalquivir, al noroeste de Argelia. Allí quedaron en tierra de nadie intentado entrar en países norteafricanos. Una situación penosa y muy parecida a la que vive actualmente los refugiados sirios.
¿Y qué fórmula ha seleccionado para contarlo?
Por un lado, lo enmarco en lo que se conoce actualmente como El Raval, que antaño también llevó el nombre de la Morería. Allí disponían de su propio consejo municipal, aunque dependían del marqués de Elche Jorge de Cárdenas. El narrador es una mujer especial. Una fémina que decide casarse con un musulmán, y se reconvierte a su cultura, aunque de manera secreta, ya que tras los «bautizos forzosos» practicar la religión islámica estaba prohibido. Es interesante porque vive ambas culturas.
Entonces, ¿reflexiona sobre las religiones?
Sin duda. Reflexiono sobre cómo el fanatismo cristiano derivó, además de en vejaciones a los moriscos durante muchos años, en una expulsión injusta y en miles de refugiados. Casi 300.000 de toda España. A través de la protagonista se cuestionan términos como «reconquista», que coloca a los mudéjares como forasteros. Quizá ellos eran los realmente de aquí, tras 700 años de asentamiento, y los de fuera eran los cristianos. De ahí que me pareciera tan importante contarlo desde su punto de vista y contrastarlo con la versión que siempre se nos ha dado.
