No hay mayor evidencia de la transformación de una institución que la transformación de sus espacios. Ésta es de una de las premisas que han motivado un proyecto pionero que está desarrollando la Universidad Miguel Hernández (UMH), basado en realizar un Libro Blanco en el que se recojan las líneas maestras que deberán seguir los edificios que construya en el futuro. Entre ellos el de Audiovisuales, que es el más inminente en lo que a diseño se refiere dentro del campus ilicitano. Un iniciativa creativa e innovadora no solo por el fin en sí mismo sino por el proceso para llegar hasta él.

Los vicerrectorados de Infraestructuras e Innovación, junto al Campus Habitat 5 U, han contratado a una empresa, denominada Redex, para vehicular este proyecto en el que están aplicando la metodología «Design Thinking», importada de la capital californiana de la innovación Silicon Valley -con la que ya se ha comparado el espíritu de esta universidad- y centrada en que las ideas surjan de los propios usuarios. Por eso, desde el mes de enero hasta el pasado martes, un equipo multidisciplinar de 30 miembros de la comunidad universitaria ha participado en cuatro talleres en los que las ideas sobre cómo deben de ser los espacios educativos del futuro han fluido y han empezado a alimentar los primeros esbozos de ese manual histórico.

José Picó, director de Redex, explica que el «Design Thinking» convierte al usuario «en el propio arquitecto, ya que nadie mejor que él sabe las necesidades que tiene el centro». Por eso, en los talleres, han contado con gestores, profesores, técnicos y estudiantes. «Esta metodología, al igual que en los procesos creativos, establece una serie de fases. La primera se basa en sentir y empatizar con el espacio y las personas para percibir qué necesidades tienen. La segunda es imaginar la idea y la tercera prototiparla. La cuarta es testearla y contársela a los demás, para generar feedback. Y la quinta es llevarla a cabo», manifiesta Picó, cuya empresa se dedica a generar y transformar centros de trabajo y educativos de toda España. En la provincia, por ejemplo, han trabajado con el Colegio Agustinos de Alicante o el Lope de Vega de Benidorm.

El instrumento que seleccionaron en la UMH para configurar todo ese proceso creativo y experimental fue la plastilina. Según José Picó, porque «es un material con el que reconectamos con ese niño pequeño que un día fuimos, que es cuando jugábamos, creábamos y construíamos sin miedo a ser coartados por el qué dirán. El juego es, sin duda, el gran invento de la naturaleza para aprender».

A base de plastilina han llevado a cabo una serie de maquetas en las que, según Picó, ya se dejan entrever algunos de los elementos que estos 30 representantes de la comunidad universitaria consideran cruciales para los edificios que se levanten en la UMH. «Han propuesto que sean accesibles para discapacitados. Muchas veces las ideas que dan los propios usuarios pueden ser mucho más beneficiosas que las que marcan las normativas legales. También les preocupa que estén preparados para las nuevas tecnologías. Por ejemplo, que dispongan de suficientes enchufes para los portátiles de los universitarios, ya que se ha convertido en unos aparatos totalmente cotidianos en su día a día. Otra de las cosas a la que le han dado mucha importancia es a que sean versátiles. Es decir, que puedan readaptarse según las necesidades de la asignatura. Por ejemplo, que se puedan mover paredes, mobiliario, etcétera. Esto es algo que se demanda actualmente en muchos centros educativos, teniendo en cuenta nuevas metodologías como las de las inteligencias múltiples o la enseñanza cooperativa», apuntilla.

Bajo el criterio de este arquitecto y humanista de raíces xixonencas, este Libro Blanco también debe de recoger la identidad de marca de la UMH, la esencia de esta universidad. «Nos encontramos con una institución con mucha vida en el exterior, por la bonanza climatológica de esta zona. Eso se tiene que notarse cuando se idee cada nueva construcción o intervención», dice.

Desde la empresa Redex se redactará un boceto de cómo debería ser esa «carta magna», en materia arquitectónica, de la Miguel Hernández. Una vez elaborado, sus responsables lo pondrán en común, de nuevo, con la Universidad, para ver si se encuentran en el camino adecuado. «Se trata de un crecimiento orgánico y conjunto, no maquinista. Como el de los propios seres humanos. Según crecemos, vamos creando y transformándonos», asevera José Picó, que ha coordinado esta iniciativa con la profesora y vicerrectora adjunta de Innovación, Asunción Martínez.