Un tramo de la calle Capitán Antonio Mena de Elche amaneció hace unos días repleto de carteles que, respetuosamente, invitaban, y siguen invitando, a los propietarios de perros a comportarse cívicamente. Un día, Beatriz, propietaria de una tienda de moda, cansada de los orines de los canes y de sus consecuencias, decidió elaborar unos simples carteles en tamaño A-4 y colgarlos en las paredes.

Incluso le trasladó la propuesta a otros comerciantes de la zona, algunos de los cuales también han decidido sumarse a esta sencilla pero, por ahora, efectiva iniciativa ciudadana.

«El animal no es el guarro, es la persona», expresa la promotora de esta «pegada» de carteles en pro de una calle más aseada. Beatriz explica que desde hace un año y medio tiene abierto su negocio y durante todo este tiempo no ha dejado de padecer, ella y las tiendas próximas, los problemas de que los animales miccionen y defequen donde no deben.

«A mí se me filtra el pis incluso al escaparate», señala la afectada, quien indica que la acción de concienciación ha sido, por lo general, bien recibida entre otros comerciantes, y, lo que es positivo, también parece que está surgiendo efecto. «En mi fachada, algo ha funcionado», asevera.

Desde un centro veterinario ubicado en esta calle coinciden plenamente en que el problema no es baladí: «Es verdad que cada vez que levanta aquí la pata un perro...», afirman para constatar que los orines de los canes perjudican no solo a los comerciantes o a los vecinos, sino también a los propietarios de perros que verdaderamente sí se preocupan de que sus mascotas orinen en imbornales u otros lugares.

Al igual que hay negocios en este vial que se han sumado a esta reacción, hay otros que han optado por no hacerlo, por no generarse problemas con la clientela, pero que lo secundan al cien por cien.

Alberto, otro comerciante de la zona, apunta que lo que habría que hacer, no solo en esta calle, sino en distintos barrios, es poner a policías de paisano para que multen in situ: «Verías cómo con un par de multas se vuelven automáticamente responsables y empiezan a recoger las cacas y a obligar a su perro a mear en los imbornales», reflexiona.

Otro trabajador de otro negocio de la zona, que prefiere omitir su nombre, recuerda que cuando había maceteros las mascotas miccionaban ahí, y que ahora que no están, los perros están meando continuamente en las fachadas, junto a las entradas de los comercios y en las mismas persianas de seguridad.

«Es una lucha diaria. Yo soy propietario de un perro y es exageradísimo cómo está este problema aquí. Y a esto cabe sumar que muchos perros hacen sus necesidades donde quieren, libremente, y además, otros van sueltos sin correa», expone este empleado, el cual aplaude este tipo de reacciones ciudadanas.

Mientras la mayoría de los consultados ayer por este medio están de acuerdo en que se debe frenar el problema, otros, al parecer, se dedican por la noche, cuando nadie los ve, a arrancar estos mismos carteles, según señala un vecino de la zona.

«Por favor no dejen que sus perros hagan pis en la puerta de los comercios. Gracias», se recoge en estos carteles que, salvo a algunos despistados, lleva llamando la atención de los ciudadanos desde la semana pasada.