En menos de un año, el buceador ilicitano Servando Montero se ha sumergido en lo que se podría definir como los dos confines de la tierra. Hace unos meses, a bordo del Buque Alborán (con el que la Armada Española realiza misiones de vigilancia pesquera) pudo bucear en el Ártico y, actualmente, forma parte de la XXII Campaña Antártica del BIO Hespérides, una nave diseñada para efectuar investigaciones científicas multidisciplinares en todos los mares y océanos del planeta.

Servando Montero cuenta que, desde que entró en la Armada Española en 2009 y descubrió la existencia del Hespérides, «como buen aventurero, quería llegar a bordo de este barco al continente blanco, buceando en los límites de la tierra». Unas inmersiones que arrancarán en febrero, puesto que solo hace unos días desde que llegaron a territorio antártico.

En este tipo de aguas, la temperatura es el principal factor de riesgo a tener en cuenta por los buceadores. «Nosotros utilizamos trajes preparados, pero cualquier error puede producir un shock térmico en el cuerpo, lo que en ocasiones es mortal. También debemos llevar cuidado con depredadores marinos como la foca leopardo, que ya ha sesgado la vida de más de un buceador», narraba ayer el ilicitano desde el buque anclado en la base Juan Carlos I, situada en Isla Livingston.

La campaña a la que se ha sumado, que partió el pasado 12 de diciembre de Cartagena y regresará el 24 de mayo, cuenta con decenas de militares, investigadores, personal técnico y medios de comunicación autorizados para documentar los diferentes proyectos. Entre ellos, el estudio de las especies invasoras en la Antártida, o el buceo de las aguas polares, donde realizan análisis de ecología química y de invertebrados marinos. También están profundizando en la geomorfología y geodinámica de las islas Shetland del Sur, ubicadas a unos 120 kilómetros de distancia de la costa del continente antártico. «Una de las principales motivaciones de muchas de estas investigaciones es comprobar los efectos del cambio climático y el deshielo», precisa el buzo Servando Montero.

La labor del militar ilicitano, aparte de aportar su buen humor y animar a sus compañeros con su guitarra, es actuar como nadador de rescate y ser el operador de la cámara hiperbárica, «gracias a mi formación en el Centro de Buceo de la Armada y en el buque de Salvamento y Rescate Neptuno», asegura Montero, que normalmente tiene como base Cartagena.

Esta campaña tiene la peculiaridad del apoyo a la investigación subacuática, «y de ahí que nos encontremos aquí la cámara presurizada y yo. Sobre todo por si surgen problemas durante las inmersiones». Explica que se pueden enfrentar a diferentes accidentes, como, por ejemplo, un ascenso descontrolado, en el que las burbujas del gas pueden dañar el organismo. «Lo que nosotros hacemos es simular la presión que tendría el buceador en el fondo del agua», señala .

El día a día a bordo del Hespérides, según el ilicitano, es apasionante, ya que no dejan de surcar aguas repletas de icebergs, ballenas y paisajes de ensueño. Ha vivido algún momento complicado, como un día en el que navegaron con mar muy gruesa, «que provocó que el barco fuera dando bandazos aunque a nosotros nos gusta ese tipo de adrenalina».

Con ganas, pese al peligro

Lo único que le falta es sumergirse y vivir una sensación parecida a la que experimentó en la otra punta del globo, el Ártico. «Allí un pesquero ruso de 100 metros de eslora bloqueó su propia hélice con su red. Otro buzo y yo acudimos en su auxilio. Lo más grave fue que yo me quedé durante un tiempo atrapado con esa misma red. A pesar de que corrió riesgo mi vida, no se me han quitado las ganas de seguir experimentado en este tipo de aguas complicadas», dice.