El Museo Escolar de Pusol, y todo el proyecto asociado, poco a poco empieza a tomar aire. Tanto es así que, de estar en la más absoluta asfixia económica, plantear un ERE y amagar con el cierre, y contar con pocos apoyos, más allá de buenas palabras, pero sin que nadie se rascara el bolsillo, se ha pasado a una situación en la que, en palabras de la nueva junta directiva provisional, se ha garantizado, al menos por ahora, la viabilidad económica. Por eso precisamente se ha decidido que, a partir de febrero, se readmita a los cuatro trabajadores que fueron despedidos hace ahora algo más de medio año.

De momento, no obstante, se ha optado por firmar un contrato temporal, a expensas de calibrar con más exactitud qué sucede en los próximos meses y, sobre todo, pensando en que ya se han puesto en marcha los trámites para constituir una fundación que es la que debe hacerse cargo del proyecto. La reincorporación de la plantilla, de hecho, permitiría ir retomando poco a poco la normalidad en un centro que, en este último tiempo, se ha ido nutriendo de la labor de algunos de voluntarios, así como del personal municipal y del colegio.

Sea como sea, la campaña de recogida de adhesiones ha permitido la firma de convenios con una veintena de empresas, profesionales e instituciones, y se tienen comprometidos acuerdos con otras 20 firmas. Sin embargo, como señala el presidente de la junta directiva, José Antón Puntes, el objetivo es superar el medio centenar de apoyos, para llegar a un escenario en el que la viabilidad económica esté plenamente garantizada.

Ahora, el siguiente paso será presentar al alcalde, Carlos González, el borrador de los nuevos estatutos que servirán de marco para la fundación que se quiere impulsar. A partir de ahí, se remitirán al Protectorado para que dé el visto bueno y, con ello, comience de forma definitiva una nueva etapa para este proyecto reconocido en el Registro de Prácticas Ejemplares del Comité para la Salvaguarda del Patrimonio Inmaterial de la Unesco.