Todo empezó en 1884 con la llegada a la ciudad del ferrocarril, fuente de entrada de materias primas y vía de salida para la producción industrial ilicitana a través del puerto de Alicante. En ese preciso instante, al rebufo de la Segunda Revolución Industrial, Elche se abría al comercio y al desarrollo de su economía en un proceso de transformación en el que la creatividad y el talento manifestado en los registros de invenciones, diseños y marcas jugaron, y hoy todavía juegan un papel fundamental.

Ibidem Abogados, bufete especializado en la protección de la estrategia empresarial que este año celebra su 25 aniversario, presenta esta noche en el Centro de Congresos de Elche (20.30 horas) el libro «Ingeniaelx:125 años de historia económica ilicitana a través de la Propiedad Industrial», un proyecto de investigación cuya publicación coincide con los 125 años de la primera patente ilicitana. La Cátedra Pedro Ibarra, el Museo de Pusol, y la Oficina Española de Patentes y Marcas (OEPM) han colaborado activamente con Enrique Martín, Miguel Ors, Fermín Crespo y Andrea Martínez, autores de una obra que recorre la creatividad industrial de los ilicitanos desde finales del siglo XIX.

El texto viaja por la evolución competitiva experimentada por los distintos sectores productivos del municipio, capaces de sofisticar el capital humano y que han llevado los resultados de la innovación ilicitana a todos los rincones del mundo durante los últimos 125 años. Además, alumbra historias y experiencias personales que, por su trasfondo, asoman como valiosas lecciones para las nuevas generaciones de ilicitanos.

«Hemos rastreado toda la historia de la ciudad partiendo de una fecha mágica que es el 16 de febrero de 1891», asegura Enrique Martín, director de la investigación. Ese día, una máquina para pisar uva patentada por Tomás Gomis Ripoll en 1891 se convertía en el primer invento nacido en una ciudad que, desde entonces, se ha convertido en una fábrica de ideas inagotable. A esta invención agrícola le siguieron otras como una nueva industria de relojería de torre (Ernesto Martínez Riviere, 1892) o unas nuevas suelas de diferentes colores, cosidas con cáñamo o yute propios para alpargatas o zapatillas, patentadas por José Tobar Ramírez en 1893.

Creatividad en diversos sectores

Los propios Gomis Ripoll y Martínez Riviere fueron puliendo sus inventos iniciales y patentando los cambios, aplicando la maquinara para pisar uva a la elaboración de vino o introduciendo mejoras en la maquinara de relojes de torre y pared. Entre estos primeros inventos, en los que ya se anunciaban los derroteros por los que viajaría la economía ilicitana durante los dos próximos siglos, también destacan la aplicación de la planta textil llamada «Abacá» a la fabricación de suelas para alpargatas abiertas, alpargatas cerradas, zapatillas y zapatos de toda clase», patentado por Torregrosa y Compañía (1894), así como un «procedimiento para separar la fibra textil de la palma y utilizarla en hilados y tejidos, ideado por Agustín Alonso Blanco en 1898.

La fábrica de tejidos Ferrández y Compañía, por su parte, fue la primera firma ilicitana en adelantarse al futuro y registrar su marca en la OEPM. Fue en1898, y a ella le siguieron otras como «La Palmera», inscrita por Pascual Galiano (1907); «Neurastina», un reconstituyente preparado y registrado por el farmacéutico Gabriel Ruiz Chorro en 1909, o la marca de calzados Manuel Antón, en 1910.

Desde que Tomás Gomis abriera el camino hace ahora 125 años con su pionera máquina para el pisado de la uva, en Elche se han realizado más de 25.000 registros de patentes, marcas y diseños en las oficinas nacionales e internacionales habilitadas a tal efecto.