Si hay algo que tienen los tripartitos es que resulta complicado saber quién es el que ostenta la máxima responsabilidad en el Gobierno. Sucede en el Consell con Ximo Puig y su «socia» en el Ejecutivo, Mónica Oltra -la dirigente de Compromís parece ejercer la presidencia en detrimento del líder socialista-, y lo mismo ocurre en Elche con Carlos González y Mireia Mollà. Pero el señor González aguanta cualquier decisión de la egocéntrica y nada transparente concejal de Compromís para no poner en peligro su sillón, que en definitiva es lo único que le importa.

Y lo digo porque Mollà, si nos atenemos a la denuncia del Sindicato Profesional de Policías Municipales de España, hace y deshace a su antojo en un Ayuntamiento descabezado, sin rumbo y sin gestión. La penúltima «hazaña» de la dirigente nacionalista ha sido la utilización de su cargo público para defender intereses privados. Me explico. Según el propio sindicato policial, la edil intentó que no se cerrara en Nochevieja una cafetería de Torrellano que no contaba con licencia para organizar una fiesta, ni para poner música ni para albergar un aforo muy por encima de lo permitido a ese establecimiento. Fiesta en la que estaba la susodicha, ¡qué casualidad!

Se puede entender que en principio no tuviera conocimiento de si la cafetería contaba o no con los permisos pertinentes para organizar esa fiesta, pero lo que delata su prepotencia es que, cuando los agentes le ponen al corriente sobre las presuntas irregularidades del local, ella intente «coaccionar» llamando al jefe de la Policía para impedir el cierre injiriendo así gravemente en el trabajo de unos profesionales públicos que están al servicio de la ley, no de los caprichos de una señora que se cree la estrella del Ayuntamiento con la aquiescencia del señor González.

Es curioso que la defensora de la transparencia, aquella que criticaba el comportamiento de políticos que según ella utilizaban su cargo para influir en cuestiones privadas, sea ahora la protagonista de un incidente feo, bochornoso, que roza la corrupción y que retrata el comportamiento caciquil de la edil de Compromís.

Por ese comportamiento impropio, cercano a la prevaricación y al tráfico de influencias, desde el Grupo Popular ilicitano hemos pedido la dimisión de la señora Mollà de todos sus cargos municipales. Esta edil es una vergüenza para Elche porque además de su prepotencia no trabaja ni por ni para Elche. Lleva un año sin asistir a Pimesa, donde es consejera, y además no tiene voto en las juntas de gobierno. Lo único que le interesa es bloquear proyectos ya aprobados y legales aunque perjudiquen el bien común. Porque ella se cree que el Ayuntamiento es su cortijo y sólo busca el beneficio de los suyos sin importarle el interés general. Esta señora no debería estar ni un minuto más en este Ayuntamiento.

Espero que el señor González y José Pérez, el responsable de Policía, no intenten tapar la actuación de Mollà, cuya actuación es del todo injustificable, aunque me temo que no se depurarán responsabilidades porque no les interesa. Pero ahí estamos el resto de fuerzas políticas, que somos mayoría en el Ayuntamiento, con el PP a la cabeza, para solicitar el expediente policial y que sepamos todos los pormenores de una actuación vergonzosa por parte de la concejal nacionalista que por dignidad debería irse a su casa.