La prevención de la violencia de género desde las aulas se ha colado ya como una asignatura casi obligatoria para muchos institutos ilicitanos que apuestan por los estudios y las propuestas didácticas para frenar el machismo en la adolescencia. Uno de ellos es el instituto de Carrús, donde el psicólogo Juan Lillo ha impartido el taller «Laboramorio: príncipes y princesas».

Una iniciativa que ha permitido que los chavales aborden el mito del amor romántico, la posesión, el control y la dominación y el cortejo y el noviazgo adolescente. Todo un cúmulo de factores que han permitido extraer conclusiones. «Lo llamativo y valorable es que muchos alumnos han mostrado su predisposición a enamorarse de la persona, sin pensar en si es chico o chica. Este tipo de valores son dignos de admirar», señaló el encargado de impartir el curso.

En esta línea, la mayoría de estudiantes del instituto de Carrús coincidieron en preferir las virtudes personales y las habilidades para la convivencia sobre el aspecto físico a la hora de imaginar una persona ideal. No en vano, según el estudio, el aspecto físico todavía actúa como un requisito previo. «Ser atractivo y gustar es el principio común en el cortejo y el noviazgo. Las personas que no se ajustan al canon de belleza tiene menos oportunidades para ligar», concluye Lillo en su estudio.

En esta línea, todavía sorprende el elevado número de chicos que reclaman la satisfacción simbólica de su apetito sexual mediante la cosificación del cuerpo de las mujeres.

Pese a las dudas y los estereotipos que los alumnos presentaron, el estudio revela que la mayoría de adolescentes creen que «si hay amor no hay violencia». Otra de las conclusiones que los expertos han extraído con este «laboratorio, es que los adolescentes no disponen de mucho tiempo para tratar el amor y la violencia de un modo programado y sistemático. Ante ello, según Juan Lillo, guardan dudas que no comparten en la familia ni en el instituto, por lo que aprovecharon su oportunidad para resolverlas.