El origen del espectáculo «Rito», en el que se fusiona danza y arte plástico, parte de un sueño que tuvo la ilicitana Susana Guerrero sobre un león blanco que convivía con ella en un apartamento. Al tiempo, esta artista pensó que ese animal se merecía un regalo y optó por elaborar cien cabezas de jaguar de arcilla blanca esmaltada, como las que protegían las casas de la ciudad mexicana de Guerrero, lugar en el que se encontraba cuando comenzaron a brotarle estas ideas. Más tarde se cruzó en su camino la bailarina ilicitana Asun Noales, con la que comenzó a darle forma a una coreografía, con tintes tribales, que rodearían con todas esas cabezas. Dos bailarines (la propia Noales y Sebastián Rowinsky) impregnados en agua y arcilla, como los jaguares, deshaciéndose en una concatenación de movimientos sensuales y animales, que rememora una ofrenda divina y orgánica.

Onírico, por lo tanto, tenía que ser el escenario en el que el realizador ilicitano Pepe Andreu, junto a su compañero de aventuras Rafael Molés, colocara todo este deleite visual para filmarlo. Todo ello acicalado con los sonidos de la Capella de Música de Santa María del Mar, Enrique Morente o Shigeru Ubemayashi. Andreu dispuso esta semana sobre el escenario del Espai Escènic de L'Escorxador tres cámaras. O más bien tres puntos de vista con los que captar movimientos difícilmente percibibles por el espectador durante la representación. «Susana me planteó que grabáramos uno de los dos pases que realizaron en octubre en el Museo de Arte Contemporáneo de Alicante, pero fue todo muy improvisado. Nos encontramos con algo con tanta fuerza visual que nos supo a poco, y pensamos en hacer un vídeo que, por sí solo, fuera una pieza artística. Que se convirtiera en otra versión de "Rito"», detalla Andreu que, junto a Molés, ya tiene experiencia en rodar acciones que tienen que ver con el baile. El año pasado dirigieron un documental sobre Sara Baras y en uno de los primeros trabajos que grabaron para su productora, «Five days to dance», dos bailarines proponen a un grupo de estudiantes aprenderse una coreografía.

Una de las principales intenciones de estos directores fue colocar el círculo que conforman las cabezas de jaguares en mitad de un espacio sin referencias físicas. «De esta manera planteamos una especie de limbo mágico, en el que se produce toda esta ensoñación cinética», manifiesta.

La principal duda de Guerrero y de Noales era si eliminar o no al público del vídeo. Un elemento importante, ya que rodean a los bailarines, incidiendo en el carácter ritualista de la performance. «Estamos hablando con el Ayuntamiento para representar este espectáculo en Elche durante el mes de febrero y devolver, de alguna forma, el "Rito" a la gente», dicen.