En cualquier rincón del mundo puede haber un ilicitano. Vecinos nacidos en Elche que por circunstancias personales o laborales un día tuvieron que dejar su tierra natal para residir en otras ciudades o incluso en otros países. Sin embargo, el sentimiento ilicitano siempre está presente en estas personas, y así se dijo ayer en el homenaje que la Sociedad Venida de la Virgen realiza cada año a los ilicitanos ausentes, a los que dedica una jornada de las fiestas patronales de invierno.

Este año han sido una treintena las personas que han regresado a Elche para vivir las fiestas de la Venida y las Navidades. Ilicitanos que ayer participaron en un acto en el que afloraron los sentimientos de arraigo hacia la ciudad de las palmeras. Desde Holanda y Estados Unidos llegaron algunos ilicitanos, como fue el caso de Silvia Sepulcre y Ángeles Serrano, mientras que otros vinieron a pasar las fiestas de ciudades españolas como Madrid, Salamanca, Valencia, o Almería. A todos se les obsequió con un ejemplar de la revista Soc per a Elig y con una cesta de dátiles en el acto que dirigió Mayte Vilaseca.

Entre todos ellos, la Sociedad Venida de la Virgen escogió a una persona para concederle el título de Ilicitana Ausente Distinguida 2016, que fue la artista Carolina Andrada. Esta joven nacida en Elche, destaca en el mundo de la canción y de la pintura. Andrada es licenciada y doctorada en Bellas Artes, y cuenta con obra expuesta en salas importantes, como el Museo de Bellas Artes de Argentina, de donde proceden sus padres. Carolina Andrada ha actuado varias veces en Elche y reside en Madrid, donde sigue formándose cada día.

Carolina aseguró, tras recoger el título, que «esta ciudad es la mía. Es emotivo estar aquí con vosotros y con este sentimiento de hermandad». Andrada recordó que su primera infancia la pasó en Crevillent, donde conoció el arte a través de las obras del Museo Mariano Benlliure, que recorría con su padre Jorge Andrada y su padrino Álvaro Magro. Fue a los 6 años cuando se trasladó a vivir a Elche, donde estuvo hasta los 16, cuando se marchó para formarse. De ahí, dijo ella misma ayer, «mi gran abanico cultural».

Los ilicitanos ausentes también recibieron palabras de acogida del alcalde de Elche, Carlos González, que se comprometió a trabajar «con el resto de administraciones para favorecer la creación de empleo en nuestra ciudad, con el fin de que los ilicitanos no tengan que marchase, y que los que se han ido tengan una oportunidad para volver a su tierra».

Y es que el presidente de la Sociedad Venida de la Virgen, José Manuel Sabuco, destacó que «vivimos en una ciudad magnífica, con un clima envidiable, y con una gran oferta cultural».

La convivencia de los ilicitanos ausentes arrancó a primera hora en la sacristía de la basílica de Santa María. Posteriormente asistieron a la celebración de una misa y depositaron flores ante la Virgen de la Asunción. De allí se trasladaron a la recepción municipal, para seguir la jornada visitando espacios emblemáticos de Elche como el Huerto del Cura y el Museo del Palmeral, donde asistieron a una demostración de trepa de palmera y de trenzado de palma blanca.

Al mismo tiempo, por el centro de la ciudad, la música de una colla de dolçaina y tabalet invitó a los ilicitanos a participar en los actos de las fiestas de la Venida con un pasacalles de cabezudos. Estos personajes arrancaron la sonrisa de mayores y pequeños por la Glorieta o la plaza del Congreso Eucarístico, entre otras calles y plazas.