«La medición del taconeo». Así es como se ha bautizado, de manera informal, una de las nuevas mediciones que tendrán que realizar los funcionarios municipales en los locales que pretendan abrirse en Elche. No obstante, esta nueva evaluación que se le requerirá a los establecimientos de nuevo cuño no se queda solo en cómo está aislado un negocio de cara al ruido que se puede llegar a generar con los zapatos, sino que va mucho más allá.

La medición del aislamiento de la actividad a los ruidos de impacto, que se introducirá como una de las modificaciones de la Ordenanza de Protección contra la Contaminación Acústica por Ruidos y Vibraciones en Elche, analizará, sobre todo, el nivel de sonido que se puede producir con el arrastre de las mesas y las sillas. Algo que provoca molestias entre establecimientos de hostelería y vecinos que viven arriba. «No es un problema que derive en muchísimas denuncias, pero sí se dan algunas, y hasta ahora era algo que no estaba regulado», explica Raúl García, uno de los asesores del Consistorio en la revisión de la Ordenanza del Ruido. García añade, además, que en otras localidades de España ya se ha incluido en las normativas locales pero, en la Comunidad Valenciana, «Elche sería el primer municipio que lo incorpora».

Lo que deja claro este asesor es que «la prueba que se realizará no consistirá en medir un arrastre de una mesa o a alguien taconeando. Lo que se hará es analizar cómo llega el sonido a las propiedades colindantes de una máquina que produce golpes», detalla.

Este nuevo tipo de evaluación sonora se incluye en taller práctico de más de 15 horas que el Consistorio ha programado para técnicos municipales y agentes de la Policía Local, que se suelen dedicar a realizar mediciones de sonido. Un curso que concluyó ayer y que, según fuentes municipales, ha puesto al día a los funcionarios en las nuevas tecnologías que se utilizan a la hora de controlar el sonido, sobre todo e cara a la introducción de la nueva ordenanza, que será mucho más escrupulosa. Los alumnos han podido ver cómo funcionan sonómetros y limitadores mucho más actualizados, con los que se pueden realizar, por ejemplo, mediciones que diseccionan más el sonido.

«Es lo que se denominan los análisis espectrales. Antes solo se medía el volumen de un local por sus decibelios y ahora se trata de diferenciar entre los graves, medios y agudos. No es lo mismo un establecimiento que esté produciendo un nivel con música clásica que una discoteca con el típico bombo que genera el rock o la música electrónica. De hecho, en las nuevas normativas, se pueden llegar a aumentar las penalizaciones si, por ejemplo, las bajas frecuencias están demasiado altas», explican los técnicos.

El problema que evidenció uno de los agentes de la Policía Local que se encontraba en este taller es que ellos, hasta ahora, no disponen de sonómetros preparados para analizar el espectro sonoro. «Yo hasta ahora había aprendido a realizar algunas de estas mediciones de manera casi autodidacta, pero sé que algunos de mis compañeros necesitaban ampliar el conocimientos sobre el tema, de cara a preservar el cumplimiento de la normativa», apuntó este agente. La Policía Local, además, es la encargada de realizar una parte de los controles importante, puesto que es la que acude a los establecimientos cuando se generan denuncias. El concejal de Aperturas, Carlos Sánchez, es consciente de ello, «y, por eso, hemos reservado una partida de 1.000 euros para la adquisición de nuevos aparatos de medición», explica. Carlos Sánchez también adelanta que en el mes de enero presentarán en junta de gobierno el borrador de la modificación de la Ordenanza del Ruido.