Todo surgió a partir de unos sencillos deberes de la asignatura de «Ciencias de la tierra», que se imparte dentro de la rama Científica de 2º de Bachillerato en el Instituto de Educación Secundaria Nit de l'Albà de Elche, y en la que se abordan diferentes conocimientos sobre el cuidado del medioambiente y el impacto de los fenómenos naturales. La tarea que les propuso la profesora Marian Campderrós consistía en que cada alumno confeccionara una lista con 10 compromisos ecologistas a cumplir durante el curso. «La mayoría coincidió en ir todos juntos, una vez al mes, a limpiar una playa. Pensé que, a nivel de producción, vertebrar esta actividad cada 30 días podía ser complicado, por lo que les animé a transformar su pretensión en una única acción, pero mucho más potente. De ahí surgió lo de venir a limpiar todo el litoral de la isla de Tabarca», recuerda esta bióloga, que ayer por la mañana, junto a 11 alumnos y otra docente, Rosa Anna Albero, tomaron una tabarquera.

Tan en serio se han tomado esta expedición que han conseguido que les cedan las instalaciones del Centro de Estudios Ambientales del Mediterráneo (CEAM), desde el que suelen trabajar científicos profesionales que analizan diferentes aspectos medioambientales de la única isla habitada de la Comunidad Valenciana. Ayer por la mañana llegaron con más de 60 bolsas de basura de 100 litros, con las que esperan recoger alrededor de 1.800 kilos de residuos. «El panorama que nos vamos a encontrar va a estar muy marcado por las últimas lluvias que se han producido, que suelen arrastrar desperdicios del mar a la costa», detalla Marian Campderrós, además de apuntar que, desgraciadamente, la relación de las playas de Tabarca con los residuos es muy habitual, «tanto por lo que tiran los barcos, como por lo que dejan los turistas. Más de una vez se han encontrado en el mar, a escasos metros de la costa, bicletas e incluso lavadoras viejas». La profesora no cree que puedan con basura de ese gran tamaño. No obstante, desde ayer, se han dividido en tres grupos para llevar a cabo una recogida selectiva de desperdicios orgánicos y reciclables. Ayer arrancaron al mediodía su labor y, por suerte, les hizo buen día. Solo les trastornó el viento, que apretaba. «El trabajo que hacemos es bastante profesional. Los alumnos, de hecho, tuvieron que elaborar un proyecto para que el CEAM aprobara nuestra estancia aquí, en el que contaron con mi asesoramiento. Para muchos de ellos es su primera actividad de cooperación. Seguro que después de esta experiencia repiten», dice Campderrós.