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Federico Botella: «La UMH persigue un modelo educativo online y a la carta»

El rumbo que quiere la Universidad Miguel Hernández sería «similar al creado por Google y la Nasa»

Federico Botella: «La UMH persigue un modelo educativo online y a la carta»

El profesor Federico Botella ha dirigido durante los últimos años el Centro de Investigación Operativa (CIO) de la Universidad Miguel Hernández (UMH) y es vicepresidente de la Asociación Española para la Interacción Persona-Ordenador. Este docente, que tiene ya prácticamente visualizada cómo funcionará la UMH en el futuro, es el encargado de poner en marcha un vicerrectorado fundamental para potenciar ese carácter innovador y tecnológico por el que ya se distingue en España este centro universitario.

¿Con qué revoluciones tecnológicas se va a estrenar en este nuevo vicerrectorado?

Su creación nace con dos objetivos fundamentales. El primero de ellos es asentar la Sede Electrónica, que ya ha comenzado a introducirse a nivel administrativo y que tendrá que finalizarse de aquí a 2018. De momento, solo se han digitalizado los procesos en el Registro, pero tenemos que llegar a que todo esté informatizado: matriculación, actas de profesores, procesos de servicio, etcétera. Y, además, que esos sistemas sean accesibles y sencillos. Este tipo de estrategias me gusta basarlas en un libro, para mí de cabecera, titulado «No me hagas pensar», de Steve Krug. En él se defiende que los diseños tecnológicos deben ser intuitivos y rápidos. La gente, cuando usa las apps del móvil, se mueve casi por impulsos.

¿Y el segundo objetivo?

Potenciar mucho más el conocimiento online. Actualmente, nuestra Universidad es la primera de España con contenidos didácticos en Youtube y la segunda en número de reproducciones. Por otro lado, la realidad del estudiante actual ha cambiado. Muchos se ponen a trabajar antes de finalizar su grado y muy pocos son los que acaban en solo cuatro años. Hay que incentivar las clases a través de Internet, tanto para los alumnos que no acuden a ellas como para los que sí, con el fin de que puedan volver a escuchar lo que les ha explicado el profesor todas las veces que quieran.

A ver si con todo esto vamos a dejar las aulas vacías...

No creo, pero sí que es cierto que no deja de escucharse que el modelo tradicional de Universidad está muerto. Que los títulos, conforme los conocemos, van a desaparecer. Muchos de los grandes gurús están criticando que se enseñan demasiados contenidos para aprender de memoria. Google y la Nasa, por ejemplo, han creado uno de los formatos de aprendizaje más revolucionario, basado en una educación más a tu medida y disruptiva, en la que lo que se prima es la capacidad creativa e innovadora del alumno. El proyecto se denomina Singularity University, y es ya un referente por encima de Harvard o Stanford. Hay otras iniciativas anteriores como las Massive Open Online Courses (MOOC), en los que se ofrecen cursos a miles de estudiantes a la vez y los procesos de evaluación se desarrollan a través de sistemas de algoritmos automáticos entre pares. O los de Udemy, una aplicación que nació en San Francisco y que propone cursos online de formación a bajo coste. En la UMH queremos apostar por un proyecto revolucionario que beba de todas esas fuentes y que apueste por una educación más online, a la carta y disruptiva.

Con tanta carga online, ¿dónde quedan las prácticas?

Las prácticas virtuales también son el futuro. Hay carreras en las que son posibles solo parcialmente. Por ejemplo, en Medicina el futuro doctor tendrá que aprender muchas cosas con el bisturí en la mano, pero también es cierto que se están realizando muchas teleoperaciones, porque quizá un cirujano no puede meter a 100 alumnos en un quirófano y prefiere enseñarles cómo opera con una webcam. Estos sistemas se han desarrollado mucho gracias a, por ejemplo, la guerra, que junto a la banca son los dos principales motores de la informática. En otros estudios, como ingeniería, se pueden desarrollar distintos simuladores. Sin duda, vivimos una revolución digital brutal. Está el que se quedó en la web 2.0 de las redes sociales, pero la innovación ya casi ha abandonado la web 3.0 de los datos y se está centrando en la web 4.0 de las preguntas inteligentes.

Actualmente, en la UMH, se está impartiendo un curso de Big Data y Turismo, avalado por la Agencia Valenciana de Turismo. ¿Qué aportarán estos estudios?

Pues ofrecer un producto mucho más adaptado a las necesidades del cliente. Yo, cuando compro en Amazon y me meto en su portal, me aparecen un montón de recomendaciones según mis últimas compras. Los datos son fundamentales para enriquecer la experiencia del cliente. Mejoran el servicio y, por ende, el beneficio.

Con todo lo que ha explicado parece que en el mundo profesional la filosofía que primará será «reciclarse o morir».

Sin duda. La renovación es constante. Muchos dicen que el profesional del presente debería frenar a los 25 años su carrera y volver a la Universidad para reciclarse. Por ejemplo, en el máster de profesorado estamos enseñando a futuros maestros de secundaria a crearse su Personal Learning Environment (PLe), que suele traducirse en un blog en el que pueden añadir su cuenta en Google Drive, su Dropbox, sus «software» para realizar sus propios vídeos, así como el resto de herramientas para manejar una docencia más digital.

Con tanta innovación, ¿va a ser verdad eso que dicen de que esta Universidad es el «Elche Valley»?

Para conseguir eso necesitamos que no solo se lo crea la UMH sino más actores sociales. Aquí estamos trabajando en interfaces para poder escribir a través de ondas cerebrales, investigando la tecnología de las gafas de realidad virtual, vamos a lanzar un cohete al espacio a través de una empresa del Parque Científico... Tenemos que potenciar ese concepto de Elche Valley tanto desde el punto de vista educativo como empresarial, para que nuestros hijos, cuyos estudios cuestan una media de 100.000 euros a las arcas públicas, no acaben yéndose a otros países como Alemania. Nosotros, en esta Universidad, estamos tratando de cazar el talento desde que son pequeños. Por ejemplo, con el proyecto Escuela de Frikis. El otro día estuvimos en Benidorm con escolares de entre seis y siete años. Les pedimos que dibujaran un objeto y uno de ellos trazó un cilindro perfecto. Nos dejó a todos alucinados. En esas edades ya empiezas a detectar mentes creativas, que son las que en el futuro emprenderán y transformarán los modelos de negocio de la zona.

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