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Director de la Orquesta Barroca Valenciana

Manuel Ramos Aznar: «Llega un momento en el que te acostumbras a no actuar en Elche»

El director de la Orquesta Barroca Valenciana, Manuel Ramos, en la plaza de Santa Isabel. SERGIO FERRÁNDEZ

La Orquesta Barroca Valenciana cumple 20 años. Sin embargo, ¿de dónde nació esa necesidad de embarcarse en un proyecto como éste en aquel momento cuando, además, aún era mestre de Capella del Misteri?

Primero empecé con grupos de cámara, con cuartetos y quintetos para acompañar a los coros que dirigía en aquella época, y, una vez dentro del Misteri, empezamos a hacer conciertos muy importantes, con repertorios en los que estaba «Misa de la coronación», el «Magníficat» de Bach, el «Réquiem» Mozart, el «Réquiem» de Fauré, y otras obras de grandes autores, que acompañábamos con la orquesta. Esos fueron los comienzos, y la orquesta nace de esa necesidad. Primero, fue una orquesta de acompañamiento y, luego, gracias al virtuosismo de algunos de los solistas, empezamos a plantearnos grabar, y así llevamos en esto veinte años y unos doce discos. Sobre todo, yo destacaría al Colegio de Ingenieros Técnicos Industriales, ya que, de la mano de quien era entonces su decano, Antonio Galiano, hicimos la mitad de los discos. Incluso la música que suena cuando llamas a Aguas de Barcelona es nuestra. También hemos grabado cuatro bandas sonoras, todo de la mano del compositor Luis Ivars y Roque Baños: «Sagitario», de Molina Foix; «Tiempos de azúcar», de Juan Luis Iborra; «La dama boba», de Manuel Iborra; o «Io, Don Giovanni», de Carlos Saura, donde los músicos hicimos de figurantes. Luego, me quedaría con actuaciones como la del Festival de Peralada; nuestra visita a Londres, donde nos pilló la bomba y el concierto se vio eclipsado; o la del Auditorio Nacional de Madrid.

Dos décadas dan para mucho. ¿Cómo ha evolucionado la Orquesta Barroca en este tiempo?

Han sido 20 años difíciles porque ésta es una orquesta que no ha vivido de subvenciones, sino que ha sido una orquesta privada en la que hemos luchado mucho para conseguir mantenernos. Por tanto, en los años más duros de la crisis, cuando se ha cerrado el grifo en los teatros y ya no hay cachés, sino que vamos a taquilla, hemos tenido nuestra curva. No es nuestro peor momento, porque no quiero hablar en negativo, pero sí quizás han sido los momentos más complicados para mantener la orquesta. Aún así, seguimos, y este año hemos hecho cuatro o cinco conciertos, pero ya no los catorce o quince que hacíamos por temporada antiguamente. Y queremos seguir cumpliendo años. Empezamos el 3 de enero de 2017 con la celebración del XX aniversario de la Orquesta Barroca en el Auditorio de Alicante, en el ADDA, con solistas de primer nivel, como Katarina Gurska, y con Carlos Santo, un pianista noveldense que vive en América y es el mejor alumno de Achúcarro.

El público de este tipo de conciertos suele ser más selecto. Sin embargo, dice que han pasado de quince a cinco conciertos ¿también ha pesado la crisis para este tipo de espectadores?

Al haber menos programación, los propios músicos ya no pueden dedicarse plenamente a la orquesta como antes. Hace unos años, la orquesta era prioritaria y los intérpretes, con la crisis, para poder vivir, vuelven a dar clases, vuleven a las escuelas y conservatorios. Al no tener una programación de ensayos, no podemos ofrecer la calidad de antes. Por eso, hemos preferido bajar el número de conciertos, para tener tiempo para prepararlos bien. No es que la gente consuma menos cultura, simplemente es que, para la gente, también es más difícil. En algunos intentos que hemos hecho de conciertos hemos visto una entrada muy floja. Se junta todo.

Se han dejado ver mucho por el ADDA, pero parece que en Elche no ocurre lo mismo. ¿Por qué?

Desde que se inauguró, nosotros hemos venido ofreciendo entre dos y tres conciertos al año en el ADDA. De hecho, «Dido y Eneas» fue la primera ópera representada en el ADDA, y tuvimos una muy buena entrada, y también con «La serva padrona».

Ya, pero, ¿siente que no se le ha respaldado desde Elche?

Creo que sí. Como poco, llevo tres años sin actuar en Elche, porque he actuado alguna vez, pero para cosas benéficas.

¿Y por qué?

A los programadores se les han ofrecido muchas posibilidades, pero, para nosotros, siempre ha sido complicado actuar en Elche, aunque no se por culpa de quién.

¿Lo interpreta como un castigo por algo?

Quizás no le doy importancia. No lo veo tanto como un castigo, como con un sentimiento de pena, en el sentido de que la gente en Elche que si querría ir a vernos no puede ir porque no se nos programa en Elche. Ahora, con la misma alegría, le digo a esa gente que sólo tiene que ir a vernos a Alicante. A 20 kilómetros nos pueden ver en una sala con una acústica excepcional, y con un piano excepcional. Es un poco triste, pero llega un momento en el que te acostumbras, y no actúo en Elche, pero actúo en Alicante, en Murcia, o en Orihuela, por ejemplo, donde nos abren con más alegría las puertas.

Sin embargo, siempre se le ha asociado más al sector socialista de la cultura, y el PSOE está al frente tripartito...

Sí, es verdad, pero cada programador, de alguna forma, programa lo que considera que es mejor para la cultura. Programa lo que más se acerca a lo que conoce y, si están contentos con la programación del teatro, adelante. El desarrollo cultural depende de ellos.

¿Cuál sería, en su opinión, la radiografía de la cultura en Elche en estos momentos?

En general, la programación cultural en Elche es pobre, pero también habría que tener en cuenta con qué medios cuenta el Ayuntamiento por la crisis. Siempre se recorta primero en cultura. Es pobre, y se puede ver en todo lo que se programa, a excepción de algunas pinceladas de un poco de nivel. Basta con abrir los ojos y ver lo que se programa en otras ciudades. Tenemos a 20 kilómetros una ciudad en la que me encuentro a gente de Elche en la programación que se hace. Por tanto, la gente sí va en busca de la cultura, y los que no encuentran cultura en su pueblo se van fuera.

¿Pesa aún hoy la salida que tuvo como mestre de Capella?

Yo quiero pensar que no, porque, bueno, ha pasado mucho tiempo de mi etapa en el Misteri. Yo creo que pesa más el hecho de haber nacido en Elche, y eso de decir que «éste es el de aquí, éste es el que conocemos». En mi carrera he pasado por muchas etapas, porque también ha pasado mucho tiempo y empecé muy joven. No hay que olvidar que he sido el mestre del Misteri más joven de la historia.

Su marcha del Misteri fue traumática. ¿Se han cerrado ya las heridas, al menos por su parte?

Por mi parte, yo nunca me he sentido herido dentro del Misteri. Simplemente, a lo largo de mi vida, he ido cubriendo etapas, y tras mi salida del Misteri en 2001, fíjate si ha pasado tiempo, llegué a la conclusión de que mi etapa estaba cubierta. También llegué a la conclusión de que la figura del mestre de aquella época no era respetada por algunos miembros del Patronato de entonces, y, por eso, presenté mi dimisión. Mientras que aquí al «xiquet» le ponían pegas para hacer fotocopias, instituciones importantes a 20 kilómetros le preguntaban su opinión para ver qué conciertos se podían programar.

Dice que cumplió una etapa en aquel momento, pero, ¿le gustaría volver algún día como mestre de Capella?

En principio, tal y como están las cosas, tristemente, no me planteo volver... Como mestre... Al menos, de momento. Tengo otras opciones artísticas y musicales. La de mestre es una etapa que llevo en mis raíces, pero que ya he cubierto. Otra cosa será si en algún momento el Patronato me pide algún tipo de colaboración. Ser colaborador es otra cosa.

Sin vendas y hablando claro, ¿cuál es su percepción que tiene del Misteri hoy por hoy?

Hablando claro, cuando hablo públicamente del Misteri siempre sienta mal. Mis críticas quieren ser constructivas y, si en algún momento, he dicho que he escuchado errores de afinación, que se ha bajado el ritmo de la Judiada, que hay problemas en el órgano que no se corrigen, y todo está grabado en las grabaciones que cada año el Patronato contrata, y hay grabaciones de todo lo que estoy diciendo, pero nadie acepta las críticas, estoy predicando en el desierto. Por tanto, lo único que puedo decir es que, si los cantores, que son los que viven el día a día, soportan ese tipo de errores que ellos también ven y lo cuentan, y, encima, no me lo cuentan a mí, sino que extienden por el pueblo la mediocridad en la que se está... ¿Estoy hablando claro? Ante una evidencia, si cuando se acaba, sólo se oye «Visca la Maredéu» y ya está todo, no se puede decir nada más.

¿Falta autocrítica?

Por supuesto, falta autocrítica por parte del equipo de dirección. Al final, se corona a la Virgen, y ya está todo perdonado. Los primeros que soportan eso son los propios cantores y, si ellos están contentos, para ellos. ¿Qué puedo hacer? Yo no pertenezco a ese grupo. Es como cuando tocas en una orquesta que suena mal; que, al final, llega un momento en el que te acostumbras. Falta autocrítica, por supuesto.

Ha tocado por órganos de media Europa, entre ellos el de Vaticano, y acaba de ser nombrado organista de Nuestra Señora de Gracia de Alicante, pero el de Santa María se le resiste...

Por el mismo problema, porque hay un sistema que no me permite usar el órgano cuando hay alguna boda, por ejemplo. Si se me permite tocar en todos los órganos del Obispado de Orihuela-Alicante menos en el de Elche habrá que preguntar por qué, pero yo no lo sé. Supongo que el Obispado tiene confianza en mí como organista, pero en Elche será una más dentro de todo lo que gira alrededor del Misteri.

Su última aventura es el musical «Los Miserables», con el Foro 158, un musical con cantores y excantores del Misteri. ¿Hay algún tipo de pulso?

No, en absoluto. Yo he sido uno más dentro de un grupo de gente entusiasta de la música y dentro de esa asociación que ha querido eso. Está Luis Gómez y algunos otros cantores del Misteri, y Pedro Pomares que es excantor, y algunos otros que se lo han ido dejando por problemas técnicos. Estamos para la música, y no hay ningún conflicto. Estamos disfrutando cada fin de semana de una forma totalmente desinteresada. No tiene nada que ver con el Misteri, pero es la misma gente, la gente de la música.

¿Por qué hay tantos músicos profesionales acaban dejando el Misteri?

Ésa es una pregunta muy importante que habría que plantearle a cada uno, para ver los motivos por los que deja el Misteri. De todos modos, no hay que olvidar que es un coro amateur. De alguna forma, participas por la tradición, por la fe, por la cultura, pero, cuando quieres hacer algo más, subir un peldaño, y el Misteri, a nivel profesional, no te lo brinda, incluso ve con malos ojos que participes en otros montajes, la gente vuela.

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