Ya lleva dos libros diseccionando los casos de corrupción que, durante más de 25 años, han asolado la Comunidad Valenciana. Sobre todo con sello del PP. Sin embargo, sigue viendo como la mayoría de los protagonistas de estas «vergüenzas» políticas se mantienen impunes. Algunos de ellos los retrata en «Yonquis del dinero», que hoy, a las 12 horas, en la sala de conferencias de Radio Elche, presenta en una conferencia organizada por la Asociación de Periodistas de Elche (APE).
Sergi Castillo (Cocentaina, 1978) ha ejercido el periodismo desde diferentes prismas. Por un lado, en cabeceras como la de INFORMACIÓN, entre otros medios escritos. Por otro, colaborando en tareas de comunicación con partidos como Compromís, el PSOE o EU. Fue mientras estaba en el paro cuando se animó a escribir el primero de dos libros que le han colocado en primera línea de las tertulias políticas en las televisiones nacionales. Una manera de demostrar, en plena crisis mediática, que hay fórmulas alternativas de contar la verdad de las cosas. O al menos, tu verdad.
En la portada de «Yonquis del dinero» aparecen varios personajes, pero la primera posición la ocupa Rita Barberá. ¿Se sintió aludido cuando miembros del PP denunciaron el tratamiento de los medios a la exalcaldesa?
Lo único que creo es que hay que dejar de ser tan hipócritas. Hay que respetar el duelo y a la gente que la quería, pero eso no quita para que la trayectoria de Rita Barberá esté marcada por las luces y las sombras. Es obvio que la exalcaldesa de Valencia es mucho más que el Caso Taula. Las críticas que se vierten sobre los periodistas son solo una maniobra desesperada de toda esa parte del PP que la defenestró y la maltrató.
Entonces, ¿no le dan pena las lágrimas de Sonia Castedo del jueves, en un programa de tv?
Me parece que la exalcaldesa de Alicante debería de tener un poco de vergüenza y quedarse en su casa. El que tenga dudas sobre lo que hizo solo tiene que escuchar las conversaciones del sumario de Brugal. Te las disipan al minuto.
¿Pero no seremos tan buenos los periodistas?
Por supuesto que no. Yo creo que a los que se debería criticar es a todos aquellos que miraron hacia otro lado y no hicieron su trabajo cuando se produjo la visita del Papa a Valencia o cuando esa misma ciudad acogió la Fórmula 1. Incluso, cuando se abrieron los estudios de Ciudad de la Luz en Alicante. Hubo un tiempo en el que muy pocos levantaban la voz. El PP mantenía un discurso en el que, si lo criticabas, estabas atacando el desarrollo de la autonomía o de la ciudad donde gobernaban. De hecho, hubo muchos compañeros amenazados, subvenciones publicitarias retiradas como castigo y se persiguió a periodistas a través de la Abogacía del Consell, con dinero público.
Y en una sociedad dominada por las redes sociales, en la que la información fluye tan rápido, ¿cree que un libro es la mejor manera de denunciar?
Creo que es fundamental porque muchas veces nos olvidamos de contextualizar. La gente no deja de escuchar hablar de los chanchullos de Cotino, de Alfonso Rus, de un tal «El Bigotes», de la Gürtel... Todo a través de titulares que mueren al día siguiente, aunque todas esas historias continúan muy vivas. Es necesario que la gente maneje todas las claves. Y es un terreno que, desgraciadamente, no se ha tocado demasiado en esta Comunidad. En Cataluña hay muchos libros que analizan, por ejemplo, a la familia Pujol. Pero aquí no ocurre, a pesar de los grandes casos que han acontecido: historias como la de Marcos Benavent, el comisonista de Rus, convertido en un auténtico hippie. El yate de las orgías del empresario alicantino Enrique Ortiz. O el practicante que dirigía Emarsa y se enamoró de una prostituta, como Richard Gere en «Pretty Woman». Me río yo de los guionistas de Hollywood.
Tras tanto esfuerzo literario, ¿no le deprime que gente como Luis Bárcenas siga sin devolver lo que robó?
Es una pena ver a su amigo Rajoy al frente del Gobierno o a Bonig, del equipo de Camps, dirigiendo el PP valenciano. La justicia debe seguir su camino y nosotros contarlo.
