El cono sur de la provincia de Alicante y el sur de Andalucía son los dos focos de mayor peligrosidad sísmica de toda España. Elche queda incluida en la primera zona, ya que está bajo el influjo de dos fallas: la de Crevillent y la del Bajo Segura. En 1787 la localidad ilicitana sufría un terremoto de intensidad VI y el pasado 23 de noviembre la comarca del Baix Vinalopó sentía un seísmo de intensidad 3,1 de Richter. Pero se puede decir que esta provincia padece movimientos sísmicos prácticamente todos los días. Otra cuestión es que los notemos o que los aparatos de medición los resalten y, a su vez, los investigadores los tomen absolutamente todos en consideración para su trabajo de vigilancia y estudio constante.

Con todo este bagaje no es de extrañar que Elche haya sido una de las dos ciudades del país, junto al municipio almeriense de Adra, que va a ser objeto de un estudio piloto pionero vinculado a los terremotos con enfoques novedosos, además de ser Elche el primero de la Comunidad Valenciana que contará con un mapa sísmico propio.

El Ministerio de Hacienda, Industria y Competitividad ha concedido un total de 60.000 euros para este proyecto, que encabezan los investigadores de la Universidad de Alicante Sergio Molina (sismólogo) y José Antonio Huesa (arquitecto), cuya iniciativa contará también con una aportación municipal de 9.000 euros ampliable en el tiempo.

Y es que acometer este mapa de diseño sísmico a nivel nacional, que se va a centrar principalmente en los dos municipios citados, va a requerir tres años de intenso trabajo.

El documento, según el concejal de Urbanismo, José Manuel Sánchez, va a permitir conocer la tipología y morfología del suelo de la ciudad y, al mismo tiempo, va a servir para tener una visión general del parque edificatorio del municipio, algo que será de gran utilidad en la redacción del nuevo Plan General de Ordenación Urbana (PGOU). Asimismo, también se tendrá en cuenta de cara a la nueva ordenanza de inspección técnica de edificios.

«Zona caliente»

«Elche se encuentra en una "zona caliente" de riesgo sísmico», se indicaba ayer durante la presentación de este proyecto, a lo que Sergio Molina añadía que estos dos municipios se han escogido por su alta peligrosidad sísmica y por el ofrecimiento y la predisposición mostrada por los ayuntamientos de estas ciudades. «Estamos en una zona de suelo muy blando, lo que permite amplificar los terremotos», agregaba Molina.

El estudio arrancará el próximo mes de enero. Durante el primer año se dedicará a analizar la peligrosidad sísmica que hay en la zona de Elche, teniendo en cuentas las fallas más próximas y activas, y, al mismo tiempo, se pretende recopilar datos de las edificaciones para realizar un análisis de vulnerabilidad sísmica.

«Durante el segundo año vamos a dar un salto cuantitativo en los estudios realizados hasta ahora, porque vamos a analizar el comportamiento de los edificios desde un punto de vista analítico y no estadístico», apuntaba el sismólogo, quien concretaba que durante el tercer año las tareas se van a centrar en la obtención de resultados que sean de utilidad a todas las entidades e instituciones interesadas.

«Queremos que los resultados no sean puramente científicos, sino que puedan ser aplicados fácilmente a cualquier normativa urbanística o de emergencias», declaraba el investigador.

De hecho, las conclusiones y datos que se obtengan se tendrán en cuenta a la hora de la redacción del plan de actuación municipal frente al riesgo sísmico.

La iniciativa, que va a contar con aportaciones también de ingenieros estructurales de Noruega, permitirá además conocer dónde no se debería construir en Elche de cara a futuros permisos de edificaciones.

Los expertos inciden en que hay que distinguir riesgo -«depende de la vulnerabilidad de cada edificio»- de peligrosidad; en que aunque la nuestra sea una zona muy activa en cuanto a terremotos, la mayoría son microseísmos, por lo que no hay que dejarse llevar por el alarmismo; y en que, en cualquier caso, todo este proyecto debe servir para minimizar los efectos de futuros temblores de tierra.