Ángel lleva ocho años viviendo en la calle, pernoctando con un saco de dormir en un banco y acudiendo entre semana a los comedores sociales de Elche. «El fin de semana está cerrado, con lo que me toca ir a Los Palmerales», señala este hombre de 59 años, habitual de parques y jardines para poder pasar el tiempo, y con problemas de circulación y corazón. Ayer fue una de las decenas de personas que se concentraron al mediodía en la Plaça de Baix para respaldar la campaña que a nivel nacional está llevando a cabo esta semana Cáritas con motivo del Día de las Personas Sin Hogar.

Formando un círculo, con carteles y pancartas y, muchos de ellos, con caretas blancas, la acción para sensibilizar a la ciudadanía sobre esta realidad consistió en guardar unos minutos de silencio y en leer un manifiesto en el que se quiso transmitir «un mensaje de dignidad, de derechos, de posibilidad, de rostros y personas concretas que ponen nombre y piel a las salvajes cifras del descarte y la exclusión. Un año más, volvemos a alzar nuestras voces porque no hay derecho, porque nadie sin hogar es imprescindible y posible».

Con la canción «No nos moverán» en el aire, ayer se quiso recordar que en España posiblemente haya unas 40.000 personas que no tienen hogar o residen en una vivienda sin condiciones. En Elche, se estima que duermen totalmente a la intemperie unas 40 personas, aunque Cáritas, en conjunto y teniendo en cuenta sus distintos programas, servicios y dependencias suele atender al año a entre 1.500 y 2.000 personas. En estos momentos, solo en su sede de la calle Cauce dispone de 29 camas y tres viviendas en las que residen una quincena de personas. Esta entidad lleva más tres décadas prestando servicio en tierras ilicitanas.

Charo Moreno, responsable de personas sin hogar de esta ONG, indica que en Elche, en lo que llevan de 2016, están llevando los casos de unas 800 personas. Esto no significa que estén llevando menos expedientes que otros años, sino que ahora se está haciendo un seguimiento y un acompañamiento más dilatado de cada caso.

Cáritas, además de tratar de sacar de la calle a la gente -«aunque es muy complicado, porque cada persona presenta unas características y condiciones muy particulares», matiza Moreno-, y de atender con alimentos y mantas a los «sintecho» que no renuncian a malvivir en un cajero, en un callejón o en algún hueco de la ladera del río, también llega a proporcionar colchones y camas a ciudadanos que ocupan chabolas o duermen hacinados en casas abandonadas.

En cuanto a la situación actual, Charo Moreno indica que desde hace relativamente poco están constatando que el porcentaje de personas con enfermedades mentales que vive en la calle está aumentando, en su mayoría sin tratamiento alguno. «Ante esto, nosotros tratamos de articular el caso a través de Salud Mental para ver si es posible que la persona en cuestión pueda optar a ser ingresada», explica Moreno, quien indica que esta peculiaridad se empezó a detectar en 2015 y que ha ido a más.

Pero, ¿cuál es el prototipo actual de persona sin hogar? Según la ONG, lo habitual es que estemos hablando de un varón español de entre 45 y 55 años con una situación de desarraigo, no por carecer de empleo o haberse quedado sin prestaciones sociales, sino sobre todo por la pérdida de las redes y vínculos sociales y familiares.

«Las cifras no bajan. Hay casos muy severos y de muy largo tiempo», añaden desde Cáritas, que ayer, además de querer hacer visible este problema, organizó un almuerzo compartido en su sede a modo de jornada de convivencia, un acto más de los que se han previsto a lo largo de esta semana y que también llegarán el próximo martes hasta la pedanía de El Realengo, en Crevillent, con otro momento de respaldo y saber escuchar a estas personas.

«Por dignidad. Nadie sin hogar» es el lema de esta campaña de visibilización cuyo objetivo último es generar cambios que conduzcan a la mejora de la situación de las personas sin hogar.

«El punto de partida es la dignidad de toda persona. La dignidad reside en el hecho de que somos no un qué, sino un quién, seres y personas únicas», según se expuso ayer en la movilización en la Plaça de Baix, desde donde se pidió a su vez un compromiso del conjunto de las administraciones para desarrollar políticas públicas que pongan a las personas en el centro para el acceso a derechos básicos.

A su vez, se hizo un llamamiento para la creación de mensajes positivos que luchen contra la discriminación y el estigma, algo que, por ejemplo, Anselmo Chacón, de 60 años y exempleado del calzado, viene sufriendo desde hace tres años. Por eso, ayer quiso sumarse a esta reivindicación frente al Ayuntamiento.