La librería Ali i Truc acoge hoy, a las 20 horas, la presentación en sociedad de un nuevo autor que también escribe bajo el influjo de las palmeras ilicitanas. En catalán o en valenciano, según se mire. Un debate que a él le parece que solo genera traumas entre los valencianoparlantes y que aborda en su novela. O quizá más bien difumina a través de la historia de un joven que emprende un viaje iniciático de Cataluña hacia Elche con el ánimo de reinterpretar su vida.
Y entonces, ¿qué ocurre?
No quiero hacer «spoilers», pero simplemente puedo adelantar que cuento cómo un chaval al que se le mueren sus amigos y, tras una conversación con su padre, decide que lo mejor es quitarse de enmedio e irse a vivir con su padrino, que reside en el Camp d'Elx y siempre le había abierto esa puerta. Una aventura que, por supuesto, no es de color de rosa para el protagonista. De alguna manera se encuentra con un Elche muy diferente al que le había descrito su tío y con ese choque cultural que persiste entre la gente de un territorio catalanoparlante con valencianoparlantes. Sobre todo en un municipio en el que esta lengua cada vez tiene más problemas de supervivencia.
¿Entiende entonces que Elche tiene su identidad trastornada?
Pienso que sí. Esto era un pueblo. De hecho, mucha gente mayor cuando se dirige al centro todavía dice: «Vaig a fer una volta pel poble». Al tratar tanto tiempo de ser una ciudad importante ha perdido en el camino una parte de su identidad cultural, que se ha quedado un poco difusa al decaer su valencianidad. Sobre todo, teniendo en cuenta la gente que mantiene esta lengua como materna en el Camp d'Elx. Un porcentaje que no dudo que sea mayor al que pueda existir en algunas poblaciones catalanas. Además, el entorno rural del municipio ilicitano es el último oasis para los valencianoparlantes de la provincia cuando miras hacia el sur.
¿Ve mucho conflicto entre los catalanoparlantes y los valencianoparlantes?
El hecho de que no se acabe de aceptar que es la misma lengua, y que simplemente son diferentes maneras de hablarla, nos lleva a pensar que hay mucho trauma sobre todo por parte de los valencianoparlantes, que asumen el papel de hermano pequeño al que el mayor casi nunca le llama. Es más, procesos como el de la autodeterminación de Cataluña acentúan más esa desconexión entre ambos pueblos.
¿Qué le parece la nueva política plurilingüe impulsada por la Generalitat Valenciana?
Sin duda, insuficiente, porque no llega a hacer imprescindible el valenciano para poder, por ejemplo, trabajar en la Comunidad. Deberían impulsar mas iniciativas en ese sentido.
Esos «impulsos», ¿no podrían caer en «imposición?
¿Y no nos imponen hablar en castellano? Nos venden la moto que el español es lo natural, pero al final todo son convicciones culturales y políticas. Es algo que decide alguien por todos nosotros sin preguntarnos.
De lo que no cabe duda es de que fue una buena decisión que usted probara con la literatura. Primera publicación con una filial de Planeta con solo 26 años. ¿Estará satisfecho?
La verdad es que ha sido como un parto. Con 23 años gané la beca a la Creació Literària Emili Teixidor, que me abrió la puerta para publicar esta novela con la editorial Columna, referente en la literatura catalana. Ahora estoy ultimando un nuevo libro en el que trato de abordar toda la oscuridad y violencia que rodea al mundo del sexo, a través de un prostíbulo imaginario.
¿Encontraremos referencias a otros autores en sus novelas?
No me gusta compararme con nadie. Solo me despierta la curiosidad saber a qué edad empezaron otros autores. Lo único que espero (risas) que no me pase igual que a otros artistas jóvenes como Jimmy Hendrix o Kurt Cobain y fallezca a los 27. Entre otras cosas, porque solo me quedan unos meses y más historias que contar.
