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Románticos de las ondas

Los radioaficionados resisten el empuje de internet y la mensajería instantánea al ser claves en situaciones de emergencia

Los radioaficionados de Elche cuentan con diferentes equipos que han instalado en su nueva sede, ubicada en la antigua sala de comunicaciones de la Policía Local. sergio ferrández

Teléfonos móviles, SMS, smartphones con internet, redes sociales y todo tipo de aplicaciones para mensajería instantánea han hecho retroceder un tipo de comunicación que vivió su época dorada a principios de los años 90, como es el caso de la radioafición.

Sin embargo, pese a este descenso de usuarios que ha motivado que sea menos visible, los radioaficionados siguen existiendo hoy en día y su papel continúa estando presente a nivel social, ya que su labor se encuentra incluida dentro de la Ley del Sistema de Protección Civil, donde se establece su rol en caso de ser necesarios.

De hecho, como los radioaficionados recuerdan, la radio es el medio de comunicación más fiable en situaciones de emergencia, de ahí que se les incluya en los protocolos de actuación. Así, hay casos de catástrofes a nivel internacional, como los devastadores terremotos de Nepal y Ecuador, en los que los sistemas de comunicación también cayeron, con la única excepción de la radio, lo que recordó su papel en casos extremos.

Y es que, «cuando cae la luz, por ejemplo, y la telefonía e internet dejan de funcionar, la radio juega un papel fundamental», explica el presidente de la sección ilicitana de la Unión de Radioaficionados Españoles (URE), Salvador Candela.

El responsable señala que actualmente en Elche cuentan con unos 120 miembros asociados, y a nivel estatal son aún 8.000 las personas que tienen la correspondiente licencia de radioaficionado que les otorga un nombre en el que, a modo de matrícula, están convenientemente identificados a nivel mundial, como sus comunicaciones, que son capaces de llegar desde Elche a lugares tan lejanos como Nueva Zelanda, por ejemplo.

Además, como recuerdan desde la sede ilicitana, la NASA sigue utilizando este tipo de comunicación, pese a los grandes avances.

Los radioaficionados son conscientes que se trata de una actividad que ha ido disminuyendo a lo largo de los años. No obstante, «el que ahora es radioaficionado es porque de verdad le gusta», explica uno de los miembros del colectivo, Javier Romero. Así, según apuntan desde el grupo local de URE, en la época de máximo apogeo, para algunos era una moda, para otros el único instrumento de comunicación cuando estaban fuera de casa en una época que aún no habían surgido los móviles y para el resto fue la primera red social. Hoy persisten aquellos que tienen verdadera afición, destacan.

Una muestra de ello es el curso de código morse que están llevando a cabo en su nueva sede, en la antigua sala de comunicaciones de la Policía Local, y al que asisten numerosos miembros. Y todo ello a pesar de que ya no es necesario examinarse de código morse hoy en día para obtener la licencia, como recuerda el radioaficionado Miguel Beltran. «El año 1996 fue el último en el que pedían este requisito y quien se examinó después tiene ahora interés en aprenderlo».

Desde la sede de URE en Elche recuerdan que antiguamente la afición de muchos jóvenes venía tras tener sus primeros «walkie-talkie», y actualmente, ya solo llegan aquellos que tienen un radioaficionado cerca y comienzan a interesarse.

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