He paseado por Elche durante el pasado puente de Todos los Santos y he visto una ciudad repleta de gente agrupada en torno a diversas actividades. La impresión recibida es la de una ciudad viva en la que la dimensión humana cobra protagonismo, es decir, una ciudad con unos espacios públicos rebosantes de vitalidad.

Si contemplamos las actividades que se han desplegado, en primer lugar hay que citar la fiesta de Halloween. No soy yo muy partidario de esta celebración. Mis recuerdos se centran por estas fechas en el cementerio, en la noche de ánimas y en la vertiente culinaria: los huesos de santo, los panellets y los buñuelos. ¡Ah y las olvidadas castañas asadas! Pero, aunque no me guste esta fiesta, pude contemplar el alborozo que producía entre los pequeños disfrazarse. Hasta un pobre infante al que su madre había camuflado de horrorosa calabaza estaba contento de exhibirse. En fin, no todas las fiestas tienen que gustarte, y hay que decir que lo más interesante es la diversidad (aunque los huevos y la harina podrían dejarlos para su casa). Además de esta fiesta pagana y oscura, la ciudad contaba con las representaciones del Misterio y con un ciclo de teatro medieval que me ha permitido asistir a un par de interesantes representaciones. Y todo, todo estaba lleno, los cementerios, las calles, el Misterio.

Quiero comunicar el placer que me produce contemplar que mi ciudad está viva y que el uso de los espacios públicos es de gran intensidad. Y es que el espacio urbano es un lugar de encuentro que necesita ser incentivado para que cumpla su misión. Los espacios urbanos en el planeamiento surgido del Movimiento Moderno tuvieron una pobre consideración y su diseño llegó a tocar mínimos. La llamada Ciudad Moderna y los planteamientos funcionalistas con facilidad dejaron fuera de la consideración urbana a aquellas actividades que como el juego o la representación teatral callejera carecían de una legitimidad que ellos otorgaban.

Hoy los vientos comienzan a soplar desde otros ángulos. Uno de los urbanistas actuales más importantes, Jan Ghel, ha contribuido a desestimar aspectos de la ciudad moderna que se basaban en el uso masivo del coche y en un diseño urbano en el que se daba preferencia a la circulación rodada. Ghel publicó un libro que hoy es un clásico, «La humanización del espacio urbano»; pero su importancia decisiva la tiene como arquitecto responsable del urbanismo de la ciudad de Copenhague. La transformación de esta ciudad representativa del frío neoclasicismo nórdico ha sido apabullante. Conocí todavía la Copenhague del movimiento moderno cuyo plan metropolitano de los cinco dedos (cinco ejes ferroviarios para el crecimiento) se comentaba en los libros de arquitectura. Pero me quede boquiabierto cundo un grupo de entonces jóvenes arquitectos capitaneados por Ghel decidieron transformar Copenhague en una ciudad mediterránea. La eliminación sucesiva del tráfico rodado y el uso masivo de la bicicleta convirtieron los espacios centrales de la ciudad en lugares muy frecuentados. Cantidad de eventos musicales y culturales llenaron la ciudad de vida. El barrio de Nyhavn y sus terrazas aparecen hoy en los manuales de diseño urbano. En los últimos años Ghel ha realizado planeamientos similares para Londres, Nueva York, Melbourne o Sídney, que se han incorporado al concepto de «Ciudades para la gente».

Una conclusión que creo se puede extraer de estos días es que en la ciudad, la capacidad de organizar eventos de signo distinto está relacionado con la posibilidad de llenar la ciudad de actividades y encuentros. Hay que decir que es fundamental que diversos grupos puedan usar la ciudad cruzándose y respetando al otro. O sea que, además del comercio (actividad que contribuye a hacer agradable el paseo por el centro), está la posibilidad de organizar distintos eventos culturales que revitalicen la ciudad. Y entre las actividades culturales tenemos en Elche la eventualidad de usar la historia como lugar de confluencia.

Podemos concluir diciendo que la ciudad es un lugar de encuentros. Y para ello en el próximo Plan General creo que se debe alentar el tráfico peatonal, el uso de la bicicleta y la vida urbana intensa. Ello contribuirá a disponer de una ciudad más vital, sana y segura.