Un hombre condenado a no acercarse a su expareja por un periodo de quince años decidió el sábado a las nueve y media de la mañana que la pulsera con la que la Policía Nacional de Elche controla su paradero le molestaba. Así que la cortó y la lanzó al suelo, donde la encontraron los agentes cuando en el Centro Cometa saltó la alerta. Mientras intentaban localizarle, sin saber si lo había podido hacer para ir a por ella sin ser detectado, todas las alarmas estuvieron encendidas. El centro de control de estos dispositivos se pone de inmediato en contacto con la mujer a la que este aparato telemático está protegiendo, para asegurarse de que está bien, avisarla de la situación y enviarle ayuda. Se activa en ese momento todo un sistema de protección previsto para las mujeres a las que se concede una de estas pulseras «antimaltratadores», que precisamente se les entrega porque las suyas son situaciones de valoración de riesgo alto o porque hay antecedentes de quebrantamientos de las medidas judiciales de alejamiento.

Fue el caso del sábado, porque el hombre que se quitó la pulsera es ya conocido por los equipos policiales que protegen en Elche a las mujeres en alto riesgo y por el personal del Juzgado de Violencia Sobre la Mujer, por el que ya ha pasado en varias ocasiones, según fuentes judiciales. La condena que está cumpliendo es una acumulación de delitos por maltrato, maltrato habitual y amenazas que le valieron 25 meses de prisión y 15 años de prohibición de aproximación y comunicación con su víctima. La sentencia es de 2011, pero no fue la primera (entre las anteriores hay un incendio provocado en la vivienda de ella, según las fuentes consultadas) ni la última, pues en 2014 volvió a ser condenado a ocho meses de prisión y 24 de prohibición de comunicación por violencia en el ámbito familiar.

El hombre fue rápidamente detenido, y se comprobó que no había intentado acercarse a la mujer. Sin embargo, todos los profesionales que trabajan con maltratadas coinciden en que hay que echarle valor para hacerse una idea de la angustia que debe generar una llamada en la que le notifican a una mujer víctima que no se sabe dónde está su agresor. Desesperación que, de hecho, también deben de compartir los agentes de UFAM que se dedican a prestarles protección y son los encargados de actuar en estos casos (Unidad de Familia y Mujer, que ha integrado a las anteriores UPAP y SAF de Policía Nacional de Elche -Unidad de Prevención, Asistencia y Protección y Servicio de Atención Familiar-).

La situación quedó en un susto, aunque según las mismas fuentes el hombre no consintió en ponerse la pulsera. También se negó a firmar el acta de declaración. El domingo pasó a disposición del juzgado de instrucción de guardia y, ya ante la juez, prefirió la pulsera a entrar en prisión. Ayer se celebró un juicio rápido en el que aceptó seis meses de multa por inutilizar el dispositivo.

Quebrantamiento

El quebrantamiento de una medida judicial de alejamiento supone entre seis meses y un año de prisión si la victima lo es por violencia de género o doméstica. El hecho de inutilizar los dispositivos que controlen ese alejamiento, si no hay un intento de acercarse a la persona protegida, supone solo una multa de seis a doce meses.

Al parecer, este mismo hombre ya puso en jaque hace años durante días a las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado tras impedir, al salir de prisión, que le controlaran mediante el dispositivo telemático, en lo que fue el primer caso de riesgo extremo en Elche.