­El investigador y arqueólogo de la Universidad de Alicante Héctor Uroz es consciente de que cuando alguien escucha el término «bacanal» rápidamente lo asocia con esas fiestas desenfrenadas que celebraban griegos y romanos en honor a los dioses Baco o Dionosio, y en las que se practicaba sexo al libre albedrío. Lo que muchos desconocen, según Uroz, es que eran rituales de corte religioso que llegaron a estar perseguidos por el Imperio Romano. Hay mucho mito en torno a la sexualidad en época romana, lo que no quita para que manejaran concepciones diferentes que en la actualidad nos escandalizarían.

Por ejemplo, el concepto de pudor era bastante distinto al actual, ¿verdad?

El pudor es algo que está estrechamente relacionado con dos mil años de sociedad judeo-cristiana. Para los romanos la desnudez, la utilización de falos en diferentes representaciones o tener un cuadro en casa como decoración no era algo que estuviese mal visto. Esto último significaba que su propietario tenía buen gusto. Aunque es conveniente precisar que no todo eran orgías. Es cierto que había banquetes para una alta clase social, con sirvientas desprovistas de ropa y con las que podían llegar a mantener relaciones los comensales durante la velada. Pero era algo muy de la aristocracia, que siempre tenía más acceso a diversos placeres. Además, estaba hasta regulado por la ley. Por otro lado, las religiones politeístas estaban muy vinculadas a las prácticas sexuales. Era una especie psicoanálisis, que recogía algunos tabúes y partes oscuras en torno al sexo. Solo hay que pensar en seres mitológicos como los sátiros.

Y con la homosexualidad, ¿eran más tolerantes?

Es un tema complicado de entender. En la antigua Grecia hablaríamos de una práctica ligada a la pederastia. Allí tenía un valor iniciático y se basaba en que hombres mayores podían tener relaciones con adolescentes. Era una práctica permitida incluso fuera del matrimonio. Curiosamente, en cuanto al joven le empezaba a salir barba, ya estaba mal visto. Para los romanos, en cambio, la homosexualidad estaba totalmente permitida. Eso sí, tenía un componente de clase social. En una relación entre hombres el que jugaba el rol activo siempre tenía que ser un ciudadano romano (hombre libre) y el pasivo un esclavo. Era una auténtica ofensa someter a otro romano.

No obstante, de todo este libertinaje, solo disfrutaban los hombres en aquella época...

Sin duda, tanto la griega como la romana eran sociedades profundamente misóginas. No estaba mal visto que un hombre mantuviera relaciones con su mujer, y con su esclava o esclavo a la vez. Algunas féminas, de clase alta, también acudían a los servicios de prostitutos. Pero no era tan común. También eran sociedades violentas y ahí pagaba la mujer. A algunas cortesanas las golpeaban ateniéndose a rituales religiosos, según vemos en dibujos de cerámica griega.

En su charla también habla de prostitución. ¿Qué papel jugaba esta práctica entonces?

La figura de la prostituta es de las más contradictorias en el orden social romano. Eran una actividad económica importante y sus actores ­-prostitutas y proxenetas- pagaban sus impuestos como cualquier otro. Sin embargo, socialmente, estas mujeres eran discriminadas y carecían de derechos como votar, contraer matrimonio o recibir herencias. La mayoría ejercían su labor en lupanares, pero también había cuchitriles adosados a tabernas. O incluso en los pórticos, bajo las arcadas. De hecho, la palabra fornicar proviene del latín «fornix» (fornice), que representaba la zona abovedada de ciertas edificaciones en el Imperio Romano. También había prostitución en los cementerios, donde iban hombres viudos a ser consolados.

¿Cree que en un yacimiento como La Alcudia habría de estas construcciones?

Seguro que existe algún lupanar, pero son muy difíciles de identificar por su estructura. Sobre todo, dada la importancia de esta ciudad. En este yacimiento, en referencia al sexo, se han encontrado piezas como un amuleto fálico, que realmente se utilizaba para evitar el mal de ojo. Así como un objeto cerámico en el que aparecen dos falos y una vulva, y en la que se puede leer «Salud fornicadores (Moecei salvete)»

¿Considera que las representaciones sexuales en el arte son la antesala del porno?

Creo que no porque más bien formaban parte de la dimensión artística. Cuando aparecía el sexo en una representación teatral se trataba con sarcasmo y sin tabúes. Es más, es algo que se ve en las obras de grandes epigramistas romanos. Marco Valerio Marcial, uno de estos autores de la época, recoge en un texto la escena de una mujer que se encuentra a su marido en plena faena con uno de sus esclavos y le regaña recordándole que ella también tiene culo. El hombre, entre otras excusas, le responde: «Déjate de ponerle nombres masculinos a tus cosas. Tú lo que tienes son dos vulvas».