Expertos y asociaciones implicadas en preservar el entorno y el patrimonio ilicitano reivindican que los trámites para las declaraciones de protección se agilicen y no se demoren durante años, al mismo tiempo que abogan por que se amplíen a numerosos elementos del término municipal -especialmente al olvidado Camp d'Elx-, más allá de la lista de 27 de la Conselleria de Cultura, en la que algunos están repetidos. Se da el caso de que en esa escasa treintena, el Misteri d'Elx aparece tres veces (como inmueble y como inmaterial), lo mismo que el Museo de Pusol, que protagoniza dos referencias, mientras que la mayoría de los elementos son torres vigía y defensivas que mucha gente de Elche ni siquiera sabe que existen (del turista, ni hablemos). Además que la protección se quede corta en el sentido de que en la práctica no conlleva inversiones ni inspecciones más profundas, también se da la circunstancia de que la lista de bienes que no están en ningún catálogo se hace, cuando se pregunta a los expertos, difícil de cerrar.

Marga Guilló, de Asociación Desarrollo Rural (ADR) del Camp d'Elx, sostiene que «hay que tener en cuenta que estamos hablando de una cuestión identitaria, de cómo la gente se identifica con su patrimonio, y parece que en Elche sólo existan la Dama, el Misteri y el Elche CF, cuando no es así: hay muchas cosas más que son identitarias de nuestra cultura y que son imprescindibles para poder vender turísticamente nuestra diferencia, porque a un parque de aventuras puedo ir a cualquier sitio de España, pero a un lugar donde hay una albufera, un patrimonio hidráulico o un sistema de torres defensivas, solo puedo ir a donde esté y nosotros lo tenemos».

Una de las demandas de ADR es proteger el Templo de San Francisco de Asís, la ermita del Molar, que es de propiedad privada y se está deteriorando porque los dueños no pueden asumir el coste de una rehabilitación, aunque sostienen que hace años se ofrecieron a ceder su uso como centro de interpretación y turístico con vistas a El Hondo, Carrizales, las Salinas... «No es BIC, pero debería serlo, o al menos Bien de Relevancia Local», expresa Marga Guilló.

Como este ejemplo, muchos otros en el campo, que está prácticamente desprotegido, por no decir del todo. Pozos, acueductos, sistemas tradicionales de riego, azarbes, molinos, acequias... Tienen un valor histórico al que hay que sumar la Acequia Mayor del Pantano, para la que el expediente de BIC lleva años incoado esperando a que avancen los trámites, lamentan. Esperan la misma protección los Baños Árabes del Mercado Central, como otras peticiones que ha vehiculado el Institut d'Estudis Comarcals del Baix Vinalopó (IECBV) para que se protejan con ese grado -el más alto a nivel autonómico- los puentes de Canalejas, Santa Teresa y Riegos de Levante. La relación con el agua es una constante en muchos de los elementos primordiales de la historia de Elche, entre ellos el Pantano, que el Ayuntamiento ya ha comenzado a intentar convertir en Paraje Natural Municipal.

Pero, más allá de su valor medioambiental, de sobra es conocida la reivindicación de la comunidad de la Acequia Mayor del Pantano, cuyo presidente, Emigdio Tormo, ha reclamado públicamente ayuda económica de las administraciones.

José F. Cámara, tesorero de IECBV y arquitecto técnico, empieza con la lista y no acaba. El Gran Teatro tiene la misma protección que en su momento tuvo el Cine Alcázar y que no evitó que se destruyera su interior, el Mercado de El Pla como exponente de una concepción arquitectónica futurista de la que no queda nada, como tampoco queda del Cine Avenida, o del edificio racionalista de la esquina de la calle Jorge Juan, que se derribó a principios de este siglo, o la Casa Falcó o la Casa de Socorro en el mismo barrio.

En el campo, avanza Cámara, aún podría hacerse algo por viviendas bien conservadas como la casa modernista de San Matías o L'Haciendica en Asprelles, la casa del Hort de Peral (San Ramón) en Daimés, o la Casa de la Escuera en La Marina. Casas ubicadas en el centro de huertos como el de Pontos, Formigó o Malla y otras imprescindibles como la casa del huerto de Mezquita o la del huerto de Portes Encarnades, donde tiene sede la Venida de la Virgen, no cuentan con protección. Ermitas como la San Crispín o el Cementerio Viejo podrían seguir en una lista que tiene para todos los gustos, de todas las épocas y con todos los usos. Lo poco que hay en común, la falta de herramientas para conservarlos.