Llegaron hace un siglo y medio al lugar donde todavía siguen echando raíces, un paraje de gran valor histórico para Elche, que se degrada a marchas forzadas con el paso del tiempo. El entorno de Aigua Dolça i Salà es el enclave donde se conserva esa antigua colonia de chopos ilicitanos, que durante los años parece haber quedado en tierra de nadie.

Y es que, aunque parte del territorio donde se alzan estos árboles es de propiedad privada, y el Ayuntamiento no tiene competencia directa, la falta de mantenimiento se acumula hasta tal punto que los matorrales ocultan ya parte de los troncos de casi el centenar ejemplares afectados de manera visible por la sequía.

La maleza descontrolada se eleva varios metros de altura y las ramas rotas de algunas palmeras dibujan un paisaje que en un pasado no muy lejano fue el lugar de veraneo de muchos ilicitanos. Y es que, poco o nada queda de aquel paraje históricamente ligado a la Acequia Mayor y a la conducción de aguas del siglo XVIII.

Por ello, ecologistas y senderistas defensores del Patrimonio ilicitano han vuelto a reclamar atención para no dejar perder este enclave ambiental. Aunque ambos sectores reconocen que esta situación no es nueva, sí que coinciden en que la zona necesita cuidados cuanto antes.

Desde Margalló Ecologistes en Acció han reivindicado al Ayuntamiento que incluya el entorno de Aigua Dolça i Salà en la protección del Pantano como Paraje Natural Municipal por su alto valor ecológico y municipal. Una petición que llega precisamente, ahora, cuando Elche está trabajando para conseguir esa protección. No en vano, los reclamos para atender la degradación de la zona vienen de lejos. Los ecologistas ya han pedido en varias ocasiones que el Ayuntamiento y los propietarios de la finca pudieran llegar a un acuerdo para frenar el abandono del paraje y habilitar zonas de esparcimiento en aquel espacio de gran valor sentimental para los ilicitanos. Y es que, uno de los obstáculos que frenan la protección de estos árboles, es que no son especies autóctonas, ya que llegaron a Elche en el siglo XIX y sus orígenes se encuentran en zonas semidesérticas de África y Asia Menor.

Por su parte, senderistas defensores del Patrimonio pidieron una brigada medioambiental para poner en valor el paraje, que pese a su mala imagen, sigue siendo un lugar de paso de numerosos deportistas, que pasean en bicicleta, corren o andan por la zona.

Paralelamente, aquellos que hace treinta años promovieron que algunos chopos ilicitanos del entorno de Aigua Dolça i Salà se plantaran en la ciudad, para evitar que se perdieran con el paso del tiempo, también son testigos de esa falta de cuidados en el enclave.

Es más, inciden en el peligro que podría suponer un incendio en el lugar donde se encuentran los ejemplares, anta la alta densidad de hierba.

Actuación municipal

Consciente del problema, el equipo de Gobierno tiene previsto incrementar la partida medioambiental para los presupuestos de 2017 y dar prioridad a la zona del Pantano, después de que este año no haya podido conseguir una subvención requerida a la Diputación. La dotación para este ejercicio era de 16.000 euros y el tripartito trabaja en incrementar «de forma notable» esa cantidad.

«Hay un espacio que sí es público y podemos actuar, donde también hay una parte destacada de chopos ilicitanos. La otra es responsabilidad de sus propietarios y el Ayuntamiento no puede hacer nada al respecto», explicó Antonio García, concejal de Medio Ambiente. No obstante, se espera que esa intervención municipal pueda tener un efecto rebote entre los dueños del terreno y que adecenten su parte.