Las voces celestiales y la pureza medieval llenaron ayer la basílica de Santa María. El segundo ensayo general del ciclo de otoño del Misteri llegó con fuerza y con un templo repleto. Tras una primera puesta en escena con una nota muy alta y después de pasar los nervios que marcan el inicio de las representaciones, los escolanos y los cantores deleitaron con su concentración y templanza a los espectadores.

Así, con esa energía y disposición de sus protagonistas, se abrió paso a una velada, en la que se pretendió aún más pulir los pequeños detalles que de alguna manera quedaron pendientes en la escenificación del viernes. Esa búsqueda de la perfección escénica y vocal volvió a quedar patente en una cita especial, que quizás por ser sábado, contribuyó a que el público se volcara de manera muy significativa con un Patrimonio de la Humanidad, que justo ahora cumple quince años.

El ensayo de ayer también dio cabida a dos estrenos. Marcos Pacheco debutó como María Mayor, tras salir en agosto en el Araceli. Mientras, en el cortejo también destacó la aparición de Daniel Albentosa por primera vez. Los cambios en las voces blancas quedaron ahí, ya que la ausencia de los ensayos para probar los aparatos aéreos motivó que la Escolanía decidiera apostar por los pequeños veteranos.

Lo mismo ocurrió con la Capella, que no realizó ningún estreno en el reparto. Con ello, los cantores trasladaron al público su arraigo y dominio de cada uno de los textos escénicos y musicales que componen la Vespra y la Festa. Precisamente, el esfuerzo para que cada frase que se repite durante el drama asuncionista sonara de forma diferente fue uno de los desafíos que se marcaron para el ciclo otoñal del Misteri.

Y así, la melodía de las voces, junto a la expresividad de cada gesto fue ganando peso a medida que transcurrió la representación. El Ternari y la Judiada conquistaron al público con su característica personalidad, al igual que el Apostolado, que brilló con luz propia. Sin embargo, el descenso del Ángel, el Araceli y la Coronación no se quedaron atrás. La expectación ante el descenso y ascenso de las tramoyas desde la cúpula de la basílica no faltó a esta cita, como tampoco faltaron los aplausos y los vítores a la Maredéu.

Con estos atractivos, el reencuentro con la obra sacrolírica llegó a su ecuador en la noche de ayer. Hoy, a las 22 horas, llegará el turno del tercer ensayo general en un año más especial si cabe también por contar con un día más de escenificaciones. Será el martes, 1 de noviembre, cuando las puertas del templo de La Festa se abran para todos.