«En estos tiempos de corrupción, la virtud tiene que pedir perdón al vicio». Esta frase pertenece a «Hamlet», una de las obras que consagraron al escritor británico William Shakespeare, que nos dejó a todos hace 400 años con una gran colección de clásicos de la literatura universal.

Una sentencia que utiliza Juan Motilla como prueba de que este texto toca temas que «más que actuales, yo diría que son eternos, tanto cuando hablamos de corrupción como de traición», reseña este productor y actor de la Compañía de Teatro Clásico de Sevilla, que presenta esta noche en el Gran Teatro la tragedia del Príncipe de Dinamarca. De esta manera, justifica que no hayan tenido que readaptar la obra de Shakespeare para que le llegue al público. «No tratamos de contar algo "a partir de", como se han hecho en otras versiones de "Hamlet". Somos fieles al texto, sin enrevesarlo, para que sea igual de entendible para un catedrático de teatro y para una persona sin estudios», dice.

La vena innovadora quizá la sacan a relucir en la escenografía. Defienden un espectáculo potente en el que los actores se exponen frente a un total de ocho espejos que los rodean. «Con esta fórmula, cada vez que un actor sale a escena, el público puede verlo desde nueve perspectiva diferentes. Cuando salen los nueve actores ya hay un montón de puntos de vista. De alguna manera, jugamos con la idea de que la gente pueda ver todas esas triquiñuelas que de vez en cuando se hacen en un segundo plano», detalla este actor, que da vida a Claudio.

Con dicho montaje, coproducido con el Festival de Almagro y el de Niebla, ganaron un total de ocho premios Lorca, que entrega cada año la Asociación de las Artes Escénicas de Andalucía, y consiguieron seis nominaciones a los Premios Max. Sin embargo, según Juan Motilla, lo que más demuestran con este tipo de producciones es que no solo para hacer buen teatro hay que irse a Madrid y Barcelona, y que en localidades como Sevilla hay una gran tradición escénica y una buena cantera de actores. En Elche saben que también hay mucho teatro, y esperan que se vea reflejado en el patio de butacas.