El almuerzo a base de coca y las típicas tachuelas o chinchetas que se recogen del banco de trabajo de San Crispín, se convierten cada año en el símbolo de los festejos en honor a este santo.

Y es que el patrón del gremio zapatero, emblema de la ciudad, celebró ayer su día grande con la tradicional romería que sirve de inicio para el multitudinario almuerzo posterior en el que participaron miles de ilicitanos e incluso algunos visitantes que acuden en compañía de sus familiares o amigos.

La mañana soleada animó a participar en masa en la romería, pero, como suele suceder, fueron muchos más los que se unieron posteriormente a las celebraciones con un almuerzo, ya sea más elaborado o a base de coca, la gran triunfadora de esta festividad. De hecho, las inmediaciones de la ermita e incluso el barrio de Carrús y el camino del pantano se llenaron de familias al completo y grupos de amigos.

Así, al mediodía la cola para entrar a la ermita de San Crispín era ya kilométrica. No obstante, «va deprisa» y «vale la pena», apuntaban varios de los que esperaban ayer su turno para pasar por delante del patrón de los zapateros. De hecho, una de las tradiciones que acompaña a la romería y al almuerzo es recoger las codiciadas chinchetas o tachuelas, que son las que se utilizaban antiguamente en el oficio para «entachar» los zapatos, y que en el día de San Crispín se recogen del mismo banco de trabajo del santo «para que no falte el trabajo» a ningún miembros de la familia.

Así, muchos son los que las guardan de un año para otro como oro en paño, ya sea en casa en algún recipiente o, quien decide llevarlas siempre encima, en el monedero o portamonedas, como comentaban ayer algunos ilicitanos. Otros prefieren tienen otra «técnica mixta» que combina las dos anteriores: «Se clava una en la suela de los zapatos que más lleves y el resto se guarda en casa», así siempre llevas una contigo, apuntaba ayer un ilicitano fiel a San Crispín.

Y es que la devoción al patrón de los zapateros va hoy en día mucho más allá de este sector productivo y llega por tradición a ilicitanos de todas las edades.

La mañana festiva se inició con la romería que llevó al santo desde la parroquia Madre de Dios hasta su ermita portado por miembros de la Asociación de Amigos de San Crispín, que repartió un total de 400 cañas para adultos y 200 para niños. Todas ellas se quedaron cortas para la gran cantidad de personas que acudieron y que arroparon al patrón de los zapateros con gritos de «¡Viva San Crispín!» durante el trayecto. Además, este año, de manera excepcional, el santo salió acompañado de la imagen de Santa Clara, que también quedó expuesta junto a él.

A la llegada a la ermita tuvo lugar la misa, en la que se contó con la actuación de la Coral de Amas de Casa Lucentum.

El presidente de la Asociación de Amigos de San Crispín, Juan Manzano, destacó el «enorme cariño que cada año la gente muestra al santo y la multitudinaria participación que se supera año a año.

Como es tradicional, los ilicitanos completaron la mañana con la visita a los puestos instalados para adquirir los dulces y productos característicos de esta romería.