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Un paseo entre muertos ilustres

Recorrer el Cementerio de la Asunción es asomarse al lugar donde descansan notables personajes como el Capitán Lagier, el arqueólogo Alejandro Ramos Folqués, el cronista Pedro Ibarra o el compositor Alfredo Javaloyes

Un paseo entre muertos ilustres

El Cementerio Virgen de la Asunción, el que todo el mundo conoce en Elche como el Cementerio Viejo, encierra en 205 años de existencia un reflejo equivalente en lo que a historia local se refiere. Buena parte de las familias ilicitanas tienen allí sus apellidos y buena parte de lo que es la ciudad hoy en día se debe a quienes allí descansan. Entre ellos, personajes que han merecido un lugar destacado en la historia más allá de las fronteras locales y cuyos panteones o nichos son uno más de los atractivos de un camposanto que cuenta con dos recorridos programados para los visitantes: uno, por nuestros personajes ilustres; otro, por las construcciones arquitectónicas más singulares. Unas marcas en el suelo guían los pasos de lo que en 2011, coincidiendo con el 200 aniversario, se concibió como una ruta cuasi turística que aún se puede hacer, pero que apenas ha tenido continuidad. No quedan ejemplares de la guía ni carteles indicativos porque el panel de la entrada se rompió hace un año y no se repuso, según se constata nada más llegar al lugar.

Así que hay que armarse con algo de paciencia e imaginación para ir encontrando a esos ilustres por las calles del cementerio. Uno de los más próximos a la puerta es Luis Gonzaga Llorente y de las Casas (fallecido en 1895), alcalde de la ciudad, escritor de poesía y teatro que impulsó la construcción del Teatro Llorente y fundó el Casino. El panteón de su familia evoca, precisamente, la configuración de un teatro en ladrillo cerámico.

José María Buck Miralles de Imperial (fallecido en 1912 e impulsor de la cultura en Elche o de una de las primeras fábricas de alpargatas ilicitanas) o José Ferrández Cruz (1916-1990, empresario, alcalde y presidente del Patronato de La Festa) comparten vecindario eterno en la vía central, la calle Los Ángeles. El catedrático de Geografía e Historia, doctor en Filosofía y Letras y doctor en Ciencias, Blas Valero (1846-1894) tiene su tumba en la calle San Salvador, del mismo modo que Ramón Lagier (1821-1897), «El Capitán Lagier», como puede leerse en su lápida. Nada más que tres palabras. Puede que solo con eso se considere suficiente para resumir la trayectoria vital del capitán de comercio marítimo nacido en Alicante y fallecido en Elche, ampliamente distinguido (por ejemplo con la medalla de plata de Francia por sus actos de salvamento y servicios a la humanidad) y protagonista político como hombre de confianza del general Prim.

El primer cementerio ilicitano se creó en agosto de 1811 por absoluta necesidad. Una fiebre amarilla llegada de la mano de un regimiento de catalanes procedentes de Cartagena a los que se dio alojamiento en Elche importaron una epidemia que llegó a llevarse por delante más de 400 muertos diarios a finales de septiembre. Más de 7.000 personas en la ciudad y 2.000 en el campo sucumbieron a la enfermedad y a la hambruna, y exhumar cadáveres de los terrenos cercanos a las iglesias se convirtió en una prioridad para la supervivencia. Quien lo contó en su «Historia de Elche», el cronista y archivero municipal Pedro Ibarra (1858-1934), tiene su enterramiento junto a la entrada del cementerio, tras una sencilla lápida de piedra gris que pasa desapercibida y que está protegida por un cristal ya empañado.

El pintor impresionista Vicente Albarranch Blasco (fallecido en 1940) o el músico Alfredo Javaloyes López (1865-1944), quien compuso el pasodoble «El Abanico», son otros de los personajes imprescindibles que también están enterrados en el cementerio ilicitano. En él está también el insigne Aureliano Ibarra Manzoni (1834-1890), artista, político, escritor y arqueólogo, responsable de una colección de antigüedades que se custodia en el Museo Arqueológico Nacional, además de fundador del Partido Democrático y preso por su ideal político.

También arqueólogo, archivero y escritor fue Alejandro Ramos Folqués, a quien se debe fundamentalmente la investigación arqueológica de la cultura ibérica, el conocimiento de la estratigrafía de La Alcudia y la conservación de ese yacimiento. De lo más antiguo a lo más actual, y es que también el empresario, presidente del Elche CF y titular de su estadio, Manuel Martínez Valero (1919-1983), se quedó en la ciudad. En definitiva, todo un paseo por la memoria individual, familiar y colectiva que encierra el paso del tiempo y cuenta la historia de Elche.

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