El Festival Medial volvió a convertirse ayer en un polo de atracción para numerosos ilicitanos y visitantes de localidades vecinas, que acudieron atraídos por el encanto de verse desplazados a la Edad Media.

Eso es lo que ofrece el mercado medieval, uno de los atractivos principales del Festival, por el que ayer desde la mañana hasta la noche curioseaba numeroso público. Entre la oferta que se puede encontrar en este: una amplia variedad de productos con un marcado componente artesanal que van desde jabones, marroquinería, bisutería y carpintería, pasando por juguetes y todo tipo de complementos.

Además, uno de los grandes alicientes también fue ayer la gastronomía, dulce o salada, y de diversos tipos, tanto suculentas especialidades listas para degustar en el lugar, como para llevar a casa. La oferta incluía desde quesos a salazones pasando por pan, bollería y dulces, entre otros productos.

Del mismo modo, otro de los atractivos del mercadillo es año tras año contemplar cómo los artesanos realizan ellos mismos determinados artículos ante la atenta mirada del público y de multitud de cámaras que tratan de inmortalizar el momento.

Pese a que entrada la tarde, el mercadillo estaba repleto de público, en las primeras horas de inicio de la actividad, la mirada estaba puesta en el cielo, ya que las nubes grises -y las previsiones meteorológicas-, hacían temer que la lluvia hiciera acto de presencia y desluciera tanto el mercadillo como el resto de actividades.

Finalmente esto no sucedió y el ambiente se fue animando. Así, las opiniones de los vendedores eran de lo más variadas. Para algunos, por la mañana no acababa de arrancar, mientras que otros se mostraban más confiados en que solo era el comienzo y posteriormente se animaría, como finalmente ocurrió.

De hecho, por la mañana la gente se concentraba más por las estrechas calles que rodean a la basílica de Santa María y en la plaza de Santa Isabel, lugar de paso para quien iban al mercado central y que por tanto resultó muy concurrido.

No obstante, por la tarde era muy difícil pasar por la calle Obispo Tormo y el entorno de Santa María, incluyendo la plaza del Congreso Eucarístico, donde la gente se aglutinaba para poder visitar los diferentes puestos.

También la Glorieta se mostró concurrida desde la mañana hasta por la noche, tanto por los diversos puestos como por las actividades para niños que atrajeron a un público familiar al entorno.

El día transcurrió en un ambiente festivo, ya que las calles se llenaron ya no solo con la público que acudía a los puestos, sino con la animación de calle, que con teatro y música llenaban de arte y colorido el centro de la ciudad, totalmente sumergida en el medievo.

Además del zoco, que concentró una gran afluencia de gente en el centro, el festival también llevó actividades a otras zonas e incluso pedanías, como la actuación de la Coral Amics Cantors, que actuó en diversos espacios de la localidad.