«El día es muy largo y da tiempo para todo», aseguraba ayer a este diario Juan Fernández, exprofesor de Historian del Arte del Instituto Pedro Ibarra de Elche y enamorado de la Edad Media. Una afición que comparte con su mujer y con la que, desde hace más de tres décadas, dedica buena parte de su tiempo libre a elaborar reproducciones de documentos medievales con una técnica que combina óleo y estaño estampados sobre una plancha de madera de chopo. En el piso que tienen en el centro de Elche almacenan, donde pueden, más de 200 de estas peculiares tablas, que aglutinan cuatro colecciones: una de mapas antiguos, una de músicos medievales, un libro de ajedrez y una sobre las Cantigas de Santa María, que reunió a mediados del siglo XIII Alfonso X El Sabio. A esta última colección le han dedicado más de 20 años de trabajo.

Esta serie se compone de más de 80 piezas y alrededor de 60 de ellas las exponen, desde ayer, en la Lonja Medieval de Elche, dentro de la programación del Festival Medieval que se desarrolla estos días en la ciudad. «Las Cantigas de Santa María recogen una serie de historias que suelen acaban con un milagro de la Virgen», explica Juan Fernández, a la vez que detalla que sobre Elche hay algunas muy famosas. «Está la de la niña de la acequia, que relata cómo una niña falleció cayendo en la Acequia Mayor y, durante la misa de su entierro, la Virgen bajó y la revivió. Otra versa sobre la conquista de los musulmanes de la ciudad ilicitana. Cuenta la leyenda que uno de los guerreros árabes disparó una flecha y se la clavó en la mejilla a un soldado cristiano. Se la trataron de quitar con unas tenazas y no pudieron. Con una ballesta y tampoco. Finalmente, bajó la Virgen de su altar y, con sus delicadas manos, se la sacó sin problemas», manifiesta este historiador y artista.

Sobre este último milagro han elaborado la reproducción de una cantiga que estrenan, precisamente, en esta muestra en la Lonja Medieval. Un trabajo que les ha llevado más de siete meses.

Pero ojo, las cantigas no solamente recogían relatos de corte religioso. Según su mujer, María del Carmen Ruiz, también las hay de carácter profano, como las que hacían los mercaderes de los barcos contando sus peripecias en alta mar. Las cantigas son un género típico de la poesía medieval, que solían cantar los trovadores.

Casi tanta como la que tienen en la casa de esta parejita de jubilados que, mientras el resto de sus vecinos ve la tele, ellos se esmeran en desarrollar estas obras de arte de diferentes tamaños, con un sabor tan añejo pero a la vez tan dulce para sus vidas.

La muestra se podrá ver hasta el 13 de noviembre.