La célebre frase de Albert Einstein parece que no va acorde con el Ayuntamiento de Elche y sus «planes de empleo», que no dejan de ser una continuidad de los de anteriores legislaturas, un mero parche muy temporal para ciertas personas que optan a ellos. Conste que todo lo que sea generar empleo nos gusta, pero nuestro consistorio tiene que hacer más y puede hacer mucho más que cumplir solamente con un guión raquítico de compromiso social, que no deja de ser poco más que una mala excusa hacia la ciudadanía.

Elche se mueve entre los 27.000 y los 28.000 desempleados desde el inicio de la crisis. En lo que llevamos de legislatura han sido poco más de 150 personas las que se han acogido a algún tipo de plan de empleo municipal; un pobre bagaje que deja a la Concejalía de Empleo en muy mal lugar. Se ha demostrado, con datos, que las políticas de empleo realizadas por los ayuntamientos ya no son válidas para afrontar el problema del desempleo. Ofertar trabajos que rayan, en muchos casos, la falta de ética en relación al salario, no tienen ya cabida en un mercado laboral, degenerado hasta extremos que nos obligan a remontarnos hasta la pasada dictadura para encontrar una situación similar.

¿Qué solucionamos dando empleo durante seis meses a una persona que, pasado el periodo de contratación, volverá a engrosar las listas del Servef? Nada, nada más allá que darles un efímero respiro durante medio año.

Hay que innovar en los planes de empleo y, sobre todo, hay que ser valiente en la toma de decisiones para que una vez por todas se logre exprimir al máximo el dinero de los contribuyentes y apostar de forma clara y contundente por planes de empleo generadores de puestos de trabajo de calidad, duraderos en el tiempo. El Ayuntamiento tiene que ser la primera organización que muestre el camino hacia una economía social con empresas de esta característica que, paulatinamente, vayan creciendo y generando empleo por sí mismas.

Está claro que realizar este tipo de apuesta debe realizarse en varias fases pero alguna vez habrá que empezar. En un primer momento se podrían crear cooperativas municipales que dieran empleo en sectores donde la economía sumergida campa a sus anchas, siempre con previa formación a los aspirantes a integrarse en una de las cooperativas. Bajo el paraguas del Consistorio, el porcentaje de éxito puede ser alto.

Un ejemplo puede ser el sector doméstico, que es uno donde más economía sumergida existe, tanto en Elche como en el resto del territorio nacional. Mayoritariamente está copado por mujeres (casi el 60% del paro registrado en Elche recae en las mujeres). La formación a las/los candidatos en gestión de su propia empresa, donde van a ser trabajadores y jefes al mismo tiempo, todos ellos con las mismas condiciones, es imprescindible. A su vez, el Ayuntamiento puede estar en el consejo rector de dicha empresa para controlar el buen funcionamiento de la misma. Una empresa de carácter social municipal da garantías al contratante.

Por todo ello, resulta muy importante el paraguas del Ayuntamiento en las empresas de carácter social. Garantizar su éxito, además de controlar la gestión de las mismas y darles la publicidad necesaria. Es, además, una forma que miles de personas del sector que no tienen ninguna cobertura legal, accedan a unos derechos laborales que la ley contempla.Seguro que más de una persona pensará que podría ser «competencia desleal». Pero no lo es. Competencia desleal es nutrirse de trabajadores que, tras pasar un periodo de formación, acceden en modo de prácticas a engrosar una empresa privada, pero que en realidad están realizando jornadas laborales como cualquier otro empleado. No hace falta recordar que esa supuesta formación se paga con dinero público. No podemos esperar un cambio de tendencia del mercado laboral con la actual legislación; sin embargo, este tipo de empresas cooperativistas, además de ofrecer trabajo estable y de calidad a sus empleados, ejercen como agentes correctores en los sectores en los que operan.

Una vez consolidada la empresa en el mercado, el Ayuntamiento, con una experiencia adquirida, abordaría otro sector de la economía sumergida y, poco a poco, surgirían pequeñas empresas municipales que se retroalimentarían unas a otras de empleo, corrigiendo el mercado laboral.

Los beneficios de este tipo de empresas no se distribuyen. Se reinvierten en la misma empresa o en la creación de nuevas empresas, o en proyectos de carácter social. Esto es «economía social», algo que el Ayuntamiento tiene que empezar a demostrar con el ejemplo de este tipo de iniciativas con ayudas, tanto formativas como económicas, para los emprendedores. Además, debe ser más proactivo en animar e, incluso, exigir a las empresas privadas de nuestro municipio que apliquen decididamente su responsabilidad social corporativa.

Lo indicado no se debe interpretar como una intromisión en la empresa privada. Es una labor social que los responsables municipales están obligado a realizar, sobre todo en estos tiempos de crisis.

A los empresarios de nuestra ciudad les recomendamos e invitamos a que hagan llegar a nuestro Ayuntamiento los perfiles de trabajadores que necesitan, con el fin de que los planes de empleo municipales se adecúen a las necesidades que el tejido empresarial de nuestra ciudad reclama.