Para unos, es simple y llanamente una expresión democrática; para otros, es una más de la política de gestos y postureo del tripartito. Sea como sea, Elche se enfrenta desde hoy al primer debate sobre el estado de la ciudad de este mandato. Un cita que llega en un ambiente de calma tensa, con un Gobierno a tres bandas, pero en minoría -al menos en teoría-, y con muchos retos por delante.

Han pasado ya ocho meses desde que el primer tripartito -aquel en el que también estaba Ilicitanos por Elche- se quebró. La tensión y la crispación que se respiró en aquellos primeros nueve meses de Gobierno acabaron llevando al alcalde, Carlos González, a romper la baraja, eso sí, con los presupuestos aprobados bajo el brazo. Con Cristina Martínez y Fernando Durá fuera del Ejecutivo, y bastante más inactivos desde entonces, llegaron tiempos de recomponer relaciones. No cayó bien en las filas de Compromís que la decisión se tomara a sus espaldas. Fue una de las crisis más sonadas entre los dos principales socios de gobierno, pero el agua volvió a su cauce. No quedaba otra. El runrún de la moción de censura estaba en el ambiente desde meses antes, aunque más de palabra que de hechos, y los números de PSOE y Compromís nunca han dado por sí solos. Se tendió la mano al Partido de Elche, y Jesús Ruiz Pareja no dudó en subirse al barco. Ya en junio se había quedado a punto de embarcar, pero el veto de Ilicitanos lo dejó en tierra. Ahora bien, la calculadora sigue sin dar de sí. Sigue faltando uno para la mayoría, y eso obliga a todos, en particular a los socialistas, a hacer equilibrios sobre el alambre. Mejor dejar pasar el tiempo y no hacer nada, que dar un paso al frente y acabar precipitándose al vacío; mejor que se hable de parálisis, que de meteduras de pata sonadas.

Por eso, porque la suma no da 14, se hizo lo mismo con Ciudadanos, pero los de David Caballero, al menos sobre el papel, no aceptaron. La marca de Albert Rivera en Elche salió reforzada, en cualquier caso. Con tres ediles llegó a disponer de más medios que el PP con nueve. No sólo se hicieron con una dedicación parcial más para una de sus ediles, Eva María Crisol, sino también con un asesor más, Gonzalo Espinosa, que, aunque fue asignado a Deportes, nunca se olvidó de su trabajo en Ciudadanos. Propuestas que en otro tiempo habrían quedado en un cajón, de pronto, empezaban a tomar forma, y C's también se ha cuidado de no torpedear más de la cuenta al tripartito. Cierto es que hace sólo unas semanas Espinosa renunció al cargo de asesor. No acababa de encajar eso de que, en teoría, estuviera asignado a Deportes. Sea como sea, el PP no hizo sangre con los recursos que se le habían dado a C's.

El partido naranja es hoy por hoy la llave de gobierno en un lado y en el otro de la bancada, y el PP lo sabía y lo sabe. Ciudadanos está en la posición más cómoda, la de dejarse querer por unos y por otros. Lo más que han dicho los populares es que esto no es un tripartito, sino un cuasicuatripartito, algo que los más ya tienen asumido en la calle. Tan conscientes son de que los de Caballero son el pasaporte hacia el Gobierno municipal en el caso de que la hoy improbable moción -mañana ya se verá- acabara cuajando, que emisarios para tantear el terreno no han faltado. Eso sí, ese pasaporte pasa por C's, pero también por vencer las resistencias dentro de un grupo municipal -el del PP- totalmente dividido y en competición por ver quién se hace con liderazgo dentro del Partido Popular si algún día se celebran primarias. Mercedes Alonso y los fieles que le quedan hacen la guerra por su parte, y su otrora delfín, Pablo Ruz, y Antonio Luis Martínez-Pujalte la hacen por su lado. La facción de Ruz, no en vano, no se ha escondido a la hora de gritar a los cuatro vientos que con la moción no tragan -no quieren alianza alguna con su excompañera Cristina Martínez-, salvo que las instrucciones lleguen de arriba. Mientras tanto, la comunicación es nula entre una y otra parte y los recelos, mutuos. La situación ha llegado a tal extremo que hay quien dice ya que el PP está más preocupado de hacer oposición dentro de su grupo que a eso que tildaron en marzo de cuasicuatripartito.

Las asignaturas pendientes

Con estos puntos de partida, llega el debate sobre el estado de la ciudad. Irrumpe la sesión, además, con muchos frentes abiertos. De entrada, el que fuera el gran proyecto de Mercedes Alonso, el del Mercado Central, sigue enquistado año y medio después del vuelco en el Ejecutivo. La estrategia de ir aplazando el problema y ganar tiempo, con la excusa de que sólo se está tratando de cumplir con los trámites legales, no ha conseguido otra cosa que levantar en armas a defensores y opositores del proyecto, y ha abierto la primera gran brecha entre los dos socios mayoritarios de gobierno.

Tampoco mucho mejor es el escenario que se cierne sobre el hotel de Arenales. Las obras siguen bloqueadas desde que en mayo Costas decretara la paralización de los trabajos, al no haberse ajustado la ejecución a lo que marcaban las autorizaciones. La situación va camino de judicializarse si la empresa no acaba tirando la toalla antes. Urbanismo abrió expediente en su día, pero, hasta la fecha, se ha limitado a pedir una pronta solución al problema a Madrid, sin acabar de dejar claro si el tripartito es partidario de que, visto lo visto, la paralización sea definitiva o, por el contrario, se siga hacia adelante con todas las consecuencias.

Sin embargo, si hay algo que ocupa y preocupa a la inmensa mayoría de los ilicitanos es la limpieza viaria. Las quejas llegan de forma generalizada desde casi todos los barrios y pedanías. No se empezó con buen pie en este sentido. El 26 de diciembre del año pasado, en plenas Navidades, la ciudad amaneció con la basura sin retirar. Todo quedó en una multa de algo más de 10.000 euros, para una contrata -la de Urbaser- que recibe anualmente 25,4 millones, y en la amenaza de que mirarán con lupa todo lo que haga la adjudicataria. No ha sido el único conflicto. El pleno aprobaba en abril el pago de 400.000 euros por tres facturas de 2014 y 2015, por contrataciones extraordinarias que, por no contar, ni tan siquiera contaron con el visto bueno de Intervención.

La polémica -e interminable- rehabilitación del barrio de San Antón o la revisión del Plan General son sólo otras de las muchas asignaturas pendientes. En el haber, al menos, el tripartito sigue avanzando en la expansión de Elche Parque Empresarial para que no se escape Tempe, una inversión multimillonaria y la creación de un millar de puestos de trabajo, algo que siempre vende. En sus inicios se planteó la fórmula de la ATE, pero, al final, se ha dado un giro hace un plan parcial por vía de urgencia, para evitar escollos como los de Ikea en Alicante o Puerto Mediterráneo en Paterna.

Temas como éstos, y otros muchos, se pondrán sobre la mesa a partir de hoy en un debate que se prolongará hasta mañana y que, a priori, no debería quedarse sólo en una puesta en escena del equipo de gobierno para sacar pecho de sus obras y milagros, ni mucho menos debería ser la excusa para que la oposición lance su artillería pesada sin entrar en más consideraciones. De momento, la primera sesión, la abrirán los representantes de los diez consejos locales y del consejo rector de Visitelche, así como los representantes de las nueve juntas municipales del Camp d'Elx. Mañana llegará el turno de los grupos políticos. De fondo, las críticas de algunos sectores, que se quejan de que se tendría que haber dado más participación a la ciudadanía, y que, con consejos y juntas, se corre el riesgo de que, en última instancia, el tripartito sólo reciba jabón. Hoy se saldrá de dudas.