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Huertos poco accesibles

Una tesis revela que más de la mitad de las parcelas declaradas Patrimonio de la Unesco no son visitables y alerta de que, hasta la fecha, no se ha sabido realzar el valor patrimonial del Palmeral

Huertos poco accesibles

Es cierto que el 70% de los huertos que integran el Palmeral urbano de Elche son de titularidad pública. Sin embargo, más de la mitad de las parcelas que integran el Palmeral histórico -esas que entran dentro de la declaración de Patrimonio de la Humanidad por la Unesco- no son de acceso libre para el visitante, bien porque están dedicadas a colegios, infraestructuras sanitarias o viveros, bien porque están destinadas a otros usos. No sólo eso. Precisamente la declaración de la Unesco supuso un revulsivo. Ahora bien, hasta la fecha no se ha conseguido realzar el valor patrimonial del Palmeral ilicitano ni mucho menos se ha sido capaz de «venderlo» turísticamente. Apenas se conservan un puñado de casas típicas y lo mismo ocurre con los muros, y el sistema de riego tradicional se encuentra prácticamente perdido en el olvido. Éstas son sólo algunas de las ideas que el presidente del Consejo de Colegios Oficiales de Aparejadores, Arquitectos Técnicos e Ingenieros de Edificación de la Comunidad Valenciana, y jefe de sección de Patrimonio Cultural en el Ayuntamiento, Gregorio Alemañ, pone sobre la mesa en la tesis que acaba de presentar: «El Palmeral histórico de la ciudad de Elche y su Acequia Mayor: análisis patrimonial y afecciones urbanísticas generadas».

El trabajo, dirigido por el catedrático y arquitecto ilicitano Gaspar Jaén, hace un estudio comparativo entre los aspectos urbanísticos y patrimoniales del Palmeral ilicitano, y define qué se entiende por huerto de palmeras, y qué características tienen las parcelas que entran dentro de la declaración de la Unesco, sin pasar por alto los antecedentes históricos y el tratamiento que se ha dado a los huertos desde el punto de vista urbanístico, en particular entre 1998 y 2008, porque Gaspar Jaén y otros autores ya centraron otras investigaciones en la etapa anterior, y porque continuar hasta la actualidad hubiera restado perspectiva, según Alemañ. El trabajo, de hecho, analiza las actuaciones en los huertos a través de 65 fichas.

Alemañ, en su tesis, hace unas distinciones temporales muy claras. Del siglo XVII al XIX directamente no existía normativa urbanística alguna. Se produce en esa fase la gran expansión demográfica de Elche y, con ella, nacen los grandes barrios y, por consiguiente, se produce un expolio brutal del Palmeral que se extendería hasta los años veinte del siglo pasado. Hay que esperar hasta el año 1933 para tener un primer decreto de protección del Palmeral. A partir de ahí, se van sucediendo textos que, con más o menos fortuna, van regulando la construcción entre palmeras, hasta que en 1986 llega la ley de tutela del Palmeral de Elche.

En cualquier caso, este arquitecto técnico admite que uno de los puntos de inflexión lo marca el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de 1998. «Por primera vez, los huertos de palmeras son verdaderos protagonistas, porque se convierten en moneda de cambio. Desde 1973, una de las obsesiones es conseguir que los huertos sean públicos, y la LRAU permite transferir aprovechamientos. Eso hace que, aprobado e PGOU de 1998, y en sólo ocho años, el grueso de los huertos pasen a ser de propiedad pública», apunta el autor del trabajo.

¿El problema? La importancia urbanística de los huertos no va de la mano de la protección patrimonial. En lugar de potenciar los usos tradicionales, se utilizan esos huertos para dotaciones o para otros usos diferentes a los de huerto como tal. «La Unesco determina a nivel patrimonial que el Palmeral debe ser un paisaje homogéneo, pero más de la mitad de huertos no son accesibles, y han desaparecido buena parte de los caminos, de los muros y de la casas tradicionales, y tampoco se ha potenciado el sistema de riego tradicional. Es como si pasaran a ser propiedad municipal, pero no se supiera qué hacer con esos huertos», relata el autor del trabajo.

Ante este escenario, y como es lógico, Gregorio Alemañ no titubea al afirmar que el momento más importante es la declaración de la Unesco, con un matiz que parece que a muchos se les olvida: «En ese documento de la Unesco se identifican los huertos, las casas, los muros... Se identifican todos los elementos que propone el pueblo de Elche y la Unesco reconoce lo que dice Elche y lo identifica como patrimonio histórico», subraya. Hay un reconocimiento urbanístico y un reconocimiento de la Unesco, pero no de los valores patrimoniales, lo que, al final, hace que el potencial turístico no sea el que debería. «San Plácido no deja de ser un museo», apostilla, a modo de ejemplo.

A juicio de Alemañ, falta un censo de palmeras georreferenciadas, porque no se puede proteger algo de lo que no se sabe ni cuántos ejemplares hay ni su localización exacta. Falta eso, y que, por fin, se apruebe el Plan Especial del Palmeral, y el Plan de Gestión y de Uso del Palmeral.

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