Suena a una enfermedad del pasado, pero lo cierto es que sigue siendo una realidad. En pleno siglo XXI la tuberculosis es una de las principales causas de muerte por enfermedad bacteriana en el mundo. Un problema que es mayor en los países subdesarrollados, aunque también se deja ver en territorios occidentales. En la Comunidad Valenciana durante el año 2015 se diagnosticaron 421 casos, y en Elche 26.

La especialista en enfermedades infeccionas Mar Masiá, del Hospital General de Elche, advierte que España es uno de los países de Europa con más casos de tuberculosis, junto con Hungría, Malta o Reino Unido.

Los expertos recuerdan que una de las causas que provocó un aumento en el número de casos de tuberculosis fue la epidemia del VIH, ya que se trata de una bacteria que afecta a las personas más débiles. No obstante, explica Mar Masiá, «con los nuevos tratamientos, la epidemia de VIH se controló y disminuyó el número de casos de tuberculosis».

Sin embargo, en la actualidad empiezan a aparecer casos que hacen activar las alarmas entre los especialistas. El doctor Vicente Navarro, del Hospital del Vinalopó, alerta de que «un problema para el futuro en esta enfermedad va a ser la tuberculosis resistente, ya que nos estamos encontrando con casos en los que los tratamientos tradicionales no surgen efecto, y tenemos que recurrir a otros medicamentos que alargan el proceso de curación hasta dos años, y que provocan más efectos secundarios».

Vicente Navarro apuntó a la necesidad de impulsar la investigación en esta área, así como seguir haciendo estudios de contacto para erradicar la enfermedad en las personas infectadas antes de que la bacteria dé la cara.

La especialista del Hospital General apunta que «el control es lo único que puede ayudar actualmente a rebajar el número de casos, por lo que tenemos que insistir en la búsqueda activa de la bacteria en los pacientes que la portan aunque todavía no se haya manifestado».

Por eso, los profesionales sanitarios centran sus esfuerzos en analizar a pacientes con VIH para que en el caso de que tengan la bacteria poder acabar con ella, al igual que sucede en el caso de pacientes con las defensas muy bajas. De ahí la importancia de la búsqueda activa de la bacteria para detectar una infección latente, que es la que todavía no ha dado la cara.

La detección de la bacteria ha mejorado en los últimos años. Mar Masiá explica que «a este proceso ha ayudado la incorporación de nuevas técnicas. Hemos pasado de realizar sólo una prueba de test cutáneo a pruebas que se realizan en sangre para detectar el estado de tuberculosis latente».

Los síntomas de tuberculosis son tos crónica, dificultad respiratoria y fiebre. Si se dan estos síntomas, señala Vicente Navarro, «hay que hacer una radiografía de los pulmones, y si aparecen agujeros es indicativo de la existencia de la enfermedad, por lo que se deben hacer análisis más específicos para contrastar el diagnóstico e iniciar el tratamiento».

Aunque la realidad es que la tuberculosis es una enfermedad mortal, se trata de una bacteria con la que se puede acabar a través del tratamiento. Por eso, indica Mar Masiá «es importante la comprobación de que el tratamiento se toma de forma adecuada para acabar con la bacteria de la tuberculosis. Por este motivo, nosotros vigilamos el suministro y el consumo de la medicación que se proporciona en el hospital de día».

En el mundo se estima que hay 9,5 millones de personas infectadas por la bacteria de la tuberculosis, que es más agresiva en los países donde no existen medios para el diagnóstico y el posterior tratamiento.

En España el perfil de los pacientes es de personas con VIH o con defensas muy bajas como consecuencia de un tratamiento bacteriológico. También juega un papel importante la falta de higiene a la hora de coger la enfermedad.

Entre los motivos a los que se apunta como causa a la existencia de casos de tuberculosis en países europeos está la inmigración procedente de países subdesarrollados. No en vano, en la actualidad el 35% de los pacientes son inmigrantes.