Un hombre aceptó ayer siete años de prisión por una agresión sexual a una turista ocurrida en Torrevieja hace trece años, por la que ha podido ser condenado gracias a una muestra de ADN que se tomó en Alemania tras la violación y que ha estado todo este tiempo guardada, esperando poder ser usada como prueba. Los hechos se produjeron una madrugada de 2003, mientras la mujer estaba pasando una temporada de vacaciones en Torrevieja. Una noche tuvo una fuerte discusión con su marido y salió de la casa en la que estaban alojados con la intención de encontrar una comisaría para poner una denuncia. Fue entonces cuando el hombre ahora condenado se ofreció amablemente a acompañarla al cuartel de la Guardia Civil. Nada más lejos de sus intenciones reales, porque la condujo hacia un edificio en obras y allí la forzó sexualmente y después le robó el dinero en metálico que llevaba consigo.

En el momento en que la víctima pudo pedir ayuda, y según el relato que ha prestado al declarar, fue llevada a un centro médico donde no había especialista de guardia y después a otro hospital, donde le dijeron o ella entendió que tenía que denunciar la violación antes de que la examinaran. Sin llegar a hacerlo, ante la incertidumbre y sobrepasada por la situación, tomó un taxi al aeropuerto, donde pidió un billete para el primer avión que volara a Alemania. Así viajó en cuestión de horas a Frankfort, y de allí a su domicilio en Düsseldorf.

En Alemania puso la denuncia y se sometió a un chequeo médico, en el que se tomaron muestras. La Policía alemana conservó su ropa interior y determinadas pertenencias, en las que se encontró una muestra de semen y se identificó un perfil genético que quedó sin identificar. Y es que, según fuentes judiciales, en aquellas fechas aún no se había suscrito el Tratado de Prüm (publicado por España en 2006, y firmado por Alemania, Francia, Luxemburgo o Austria), que establece las bases para el intercambio y consulta de bases de datos de huellas dactilares o perfiles de ADN de otros países de la Unión Europea. Hasta ese momento, la única pista era la impresión que tenía la mujer de que el hombre debía ser latino por su acento y porque repetía muchas veces la palabra «chico».

Frutos

El cruce de datos dio sus frutos años después. En 2011 un tribunal del jurado condenó a un hombre de nacionalidad cubana por el asesinato a puñaladas por la espalda de una mujer con la que había intentado tener relaciones sexuales en Torrevieja. Por ese crimen cumple en la actualidad una pena de 17 años de cárcel, después de haber intentado recurrir hasta el Tribunal Supremo. Su perfil genético, introducido a raíz del asesinato en la base de datos, hizo saltar la coincidencia.

En ese momento se inició el procedimiento para acusarle por la violación. Otro instrumento de cooperación internacional, el Convenio Europeo de Asistencia Judicial en Materia Penal, ha permitido que durante la instrucción de la causa se hayan podido llevar a cabo declaraciones mediante comisión rogatoria o que la muestra de ADN se enviara de Alemania a España para practicar pruebas periciales, que dieron resultado positivo.

Ayer estaba previsto el juicio, en el que el acusado prestó su conformidad. Al reconocer los hechos, ante la dificultad de combatir la prueba propuesta por el Ministerio Fiscal, aceptó, según fuentes judiciales, ser condenado a seis años por la violación y uno más por el robo, que cumplirá a continuación de la condena que ya le mantiene en prisión por asesinato. La conformidad quedará fijada en la sentencia de la Sección VII de la Audiencia Provincial con sede en Elche, junto a la obligación de indemnizar a la víctima con 6.000 euros por daño moral y otras medidas de protección, entre ellas una orden de alejamiento de 15 años.