A sus 18 años, Álvaro Tari sabe muy bien lo que es sufrir alergia a la planta estrella de la ciudad. «Antes era entrar a un sitio con palmeras y se me hinchaba la cara», reconoce. Y es que desde pequeño ha padecido reacciones a esta especie vegetal con la que ha estado conviviendo en toda su infancia.

«Iba al colegio Candalix, que tiene bastantes ejemplares y estaba en continuo contacto con las palmeras. Notaba que no me hacía nada bien jugar en la zona», comenta. Por eso, acabó haciéndose las pruebas médicas y el resultado fue positivo. «Cuando me hicieron las marcas en el brazo para comprobar si tenía alergia a varios árboles, lo que más me salió fue a la palmera», apunta. Tras comprobar su alta sensibilidad hacia esta especie, a Álvaro no le ha quedado otra que vacunarse periódicamente. Ahora, con la medicación y al disminuir el contacto con las palmeras, reconoce llevar una vida mejor.

Sin embargo, el joven trata de evitar cerca del Palmeral en primavera, época de polinización, para ahorrarse los síntomas, ya que su reacción es directa. «Ahora vivo en el campo y tengo una palmera delante de mi habitación. Cuando empieza a salir el polen, tienen que quitárselo», afirma.

Aunque a este alérgico a las palmeras le preguntan a menudo: «¿y cómo es que vives en Elche?», confiesa que le gusta su ciudad y su Palmeral y que, pese a su patología, no se cambiaría de lugar de residencia, ya que medicado lleva una vida muy normal. A. FAJARDO