Vivir en el Palmeral más grande de Europa y ser alérgico a las palmeras puede sonar muy paradójico, pero es una realidad que afecta a una pequeña parte de los ilicitanos y que, incluso, preocupa a otros tantos por el temor a generar una hipersensibilidad al estar rodeados de una especie que cuenta con 200.000 ejemplares en la ciudad. Es ante casos como éste cuando muchos se preguntan: ¿un alérgico nace o se hace?
Precisamente, este tipo de patologías nacen porque el material genético precide lo que puede ocurrir a lo largo de la vida, pero también se hacen porque el ambiente influye en el sistema inmunitario, tal y como explica Mónica Antón, especialista en alergias del Hospital del Vinalopó.
Y es que el contacto continuo con las palmeras es una de las principales razones, según los expertos, que origina que el cuerpo finalmente genere una reacción de rechazo. Esto explica que aquellos que lo sufren procedan de sectores vinculados al Palmeral, sean agricultores, artesanos de la palma o, simplemente, viven o pasan la mayor parte del día en zonas situadas en huertos, como ocurre con los colegios.
Sin embargo, la parte positiva, es que, además de presentar una incidencia baja, la palmera tiene una peculiaridad muy beneficiosa para los alérgicos. «Su polen pesa mucho y necesitas estar bajo de las ramas para poder manifestar síntomas», explica Antón. Esa ventaja y el hecho de que el polen no sea tan volátil, como ocurre con otros árboles, ayuda a que la hipersensibilidad no afecte a tanta gente y que pueda estar en el resto de lugares de la ciudad sin sufrir ninguna manifestación.
Por ello, algo en lo que coinciden los especialistas es que si Elche tuviera olivos, en lugar de palmeras, los alérgicos a esta última especie tendrían que cambiar de residencia.
Sin embargo, lo que también ocurre, y así lo han detectado en el Hospital General, es la presencia de pacientes con temor a tener síntomas por las palmeras, tal y como asegura el alergólogo Jesús Garde. Frente a ello, lo que finalmente acaban encontrándose es con una alergia a otros matorrales que se extienden por los huertos de la zona.
«La sosa o la salsola es una mala hierba que soporta muy bien la sequía y que está alrededor de las palmeras. Su polen es uno de los que más reacciones genera entre la población», explicó Garde. De hecho, según el especialista, cuanto más abandonado esté el campo y las zonas verdes, más alergias se producen.
Con ello, además de esta especie, el olivo, el plátano de sombra, el ciprés y la graminia son otras de las especies que más reacciones respiratorias producen.
Síntomas
La dermatitis de contacto, los estornudos, el moqueo, el lagrimeo, la congestión nasal y la dificultad respiratoria son las manifestaciones más frecuentes que sufren los alérgicos a las palmeras. Mientras que, desde marzo a junio es la época más crítica para este tipo de pacientes, ya que es cuando se produce la polinización.
Es en este periodo de tiempo cuando los especialistas aconsejan que los que sufren la patología no permanezcan mucho tiempo debajo del árbol o entre los huertos de palmeras.
La primavera y el otoño son épocas de especial incidencia de reacciones alérgicas. Sin embargo, el resto del año, los ilicitanos también sufren rechazo a otros agentes, como son los ácaros del polvo, el pelo de los animales (con más frecuencia al de los gatos y los perros) y a la alternaria (un hongo de la humedad).
La medicación sintomática o, directamente las vacunas, en los casos considerados como los más graves, son las principales soluciones que prescriben los especialistas.
Aunque la alergia no es una cuestión de edad, los expertos coinciden en que habitualmente suele aparecer en la adolescencia y juventud. En las consultas se busca fundamentalmente que el enfermo pueda hacer una vida completamente normal (se consigue con tratamiento individual, regulado siempre de menos a más).
