El caso de Susi Rodríguez es uno de los más peculiares de Elche. Ella tiene alergia a las palmeras todo el año. Vacunada desde hace cuatro, esta paciente llega a sufrir hasta ataques de asma cuando a veces pasa por delante del Palmeral. Otoño y primavera son sus épocas más críticas, cuando se ve obligada a usar ventolín ante las dificultades para respirar.

«Cuando sale el polen ya tengo reacción, pero cuando salen los dátiles también me pasa», reconoce. Con estos inconvenientes, a sus 56 años, Susi admite que intenta llevar la alergia como puede porque «no me queda otra, vivo rodeada de palmeras».

Y es que, aunque también tiene sensibilidad hacia los cipreses, la palmera es la especie que más rechazo genera su cuerpo. «En las pruebas que me hicieron en el hospital me salió que era alérgica cien por cien», señala.

Aunque conoce casos de ilicitanos que sufren reacciones por estar en contacto directo con el Palmeral, al tener una profesión relacionada, Susi es consciente de que su caso es muy especial, ya que ella es na ciudadana más a la que le ha tocado vivir con esta molestia.

El picor en los ojos y la nariz es lo que, como mínimo, siente cuando está cerca de una palmera. Por eso, cuando pasa temporadas alejada de esta especie, como, por ejemplo, en Santa Pola, donde se desplaza en verano, se siente mucho mejor. «Cuando pueda sí que iré a vivir allí, mientras me tocará llevarlo como se pueda», explica. a. fajardo