Un hervidero de vehículos en hora punta. De poco parece haber servido al Ayuntamiento repintar el ancho y largo del aparcamiento de Candalix este verano. Y es que la actuación efectuada este pasado mes de agosto, para delimitar las marcas viales que habían desaparecido hace tiempo del céntrico lugar para estacionar, no parece haber surtido efecto positivo alguno.

Pese a que el objetivo municipal era evitar los estacionamientos caóticos y señalizar bien las plazas habilitadas, muchos conductores se saltan «a la torera» esas delimitaciones y estacionan todavía en las zonas franjeadas creando filas nuevas de aparcamiento. Un desorden que desemboca en molestias a otros vehículos para girar, hacer maniobras o para, incluso, salir de sus plazas.

Sin embargo, este follón se agrava, aún más si cabe, coincidiendo con la entrada y la salida de los niños del colegio Candalix. Y es que a los coches mal aparcados antes de las nueve de la mañana o cerca de las dos de la tarde se suman los otros tantos automóviles que estacionan en doble fila, ante la imposibilidad de encontrar un hueco libre en el recinto o en otro punto del centro de la ciudad.

Esta situación generó ayer mismo que otros conductores que tenían que retirar sus vehículos del parking se vieran obligados a llamar a la grúa. «Aquí llevo quince minutos esperando a sacar mi coche porque tengo uno delante. Esto es un caos horrible», lamentaba una conductora al mediodía. Como ella, otro usuario del aparcamiento sufría serias dificultades para llegar hasta la salida del recinto ante los numerosos turismos aparcados fuera de su sitio.

De esta forma, los problemas para aparcar en el centro de la ciudad continúan siendo una evidencia y este socorrido punto para estacionar gratis se transforma, en ocasiones, en una carrera de obstáculos.

Asimismo, los fines de semana, principalmente los viernes y sábados por la noche, se repite una historia similar y la desobediencia hacia las señales viales acaba, muchas veces, en callejones sin salida, tal y como lamentaron usuarios del Candalix.

Finalmente, otra de las quejas de los conductores que frecuentan este aparcamiento se dirige a la presencia de «gorrillas», que piden dinero por aparcar en este recinto público y que, a veces, se enzarzan en enfrentamientos entre ellos mismos por la competencia entre unos y otros para captar «clientela».