En la noche del pasado miércoles ocurrieron muchas cosas importantes en el marco de la 64 edición del Festival de Cine de San Sebastián. Por un lado, la actriz norteamericana Sigourney Weaver recibía el Premio Donostia de manos del director Juan Antonio Bayona, con el que acaba de rodar «Un monstruo viene a verme», que han estrenado en este certamen, por todo lo alto, pero fuera de concurso. Casi a la misma hora, y a pocos metros de este acto, en la sala Príncipe, el actor ilicitano Abraham Puche presentaba la película-documental «Baskavígin», en la que da vida a uno de sus protagonistas: el capitán Esteban de Tellería, que estuvo al frente de una expedición de balleneros vascos que, en el siglo XVII, partió desde San Sebastián a Islandia y de la que, desgraciadamente, no volvieron muchos víctimas de una matanza. Gracias a ese vínculo con la historia de Euskadi, este filme compite tanto en la sección Zinemira -dedicada al documental- como por el Premio Irizar al Cine Vasco.
Poco después, en la sala 1 de la Tabakalera, el cineasta Chema García -también de Elche- estrenaba en la categoría Zabaltegi «La disco resplandece», un cortometraje que forma parte del proyecto de una productora turca en el que, a través de la mirada de diez directores de diferentes partes del mundo, se abordan los conflictos entre patrias. Todos ellos, en conjunto, conforman el largometraje «In the same garden», que se estrenó hace muy poco en el Festival de Cine de Sarajevo.
Quizá sus pases no gozaron del mismo glamour que la ceremonia dedicada a la protagonista de «Alien» -filme con el que visitó Weaver por primera vez este festival-, pero tanto Chema García como Abraham Puche se mostraron igual de emocionados con formar parte de una de las citas del cine más importantes del mundo.
Para García no es nuevo lo de los certámenes internacionales. De hecho, cuenta con distinciones en festivales tan importantes como Sundance o la Berlinale, así como un Méliès de Oro. Todos ellos han reconocido esa ciencia-ficción doméstica por la que apuesta en sus pequeños relatos audiovisuales. No obstante, en San Sebastián era su primera vez y, como apasionado del cine, lo está disfrutando. «El primer pase estuvo muy bien porque después se hace un encuentro con el público. Lo que más le llamó la atención a los asistentes es cómo un director de Elche había acabado enrolado en una producción turca con diez directores internacionales», manifiesta este cineasta, que se ha quedado en Donostia para ver todas las películas que pueda y conocer a otros directores. «Aquí los contactos no hay ni que buscarlos. A lo mejor estás en un bar y se te acerca un productor y te pones a hablar con él. De momento, he conocido a varios realizadores latinoamericanos y me parece muy interesante lo que hacen en sus países», reseña.
El viaje del actor Abraham Puche fue mucho más fugaz y ayer, de hecho, ya estaba de vuelta, puesto que en breve participa en un capítulo de la serie «La catedral del mar». Puche relata que «el estreno tuvo muy buena acogida porque, en definitiva, se relata una historia sobre el pueblo vasco. Además, es un documental que se centra un tema diferente al terrorismo o a la independencia, que es como lo recurrente cuando se habla de Euskadi».
Quizá ninguno de estos dos proyectos acapare la atención de la prensa internacional, pero las entradas para sus pases están prácticamente agotadas. Primer objetivo, conseguido.
