Apenas ha transcurrido un mes y la planicie de Perleta convertida en vertedero ilegal ha vuelto a recuperar su uso «improvisado», todo ello a pesar de que se llevó a cabo una intensa limpieza a principios del pasado agosto y de que se anunciaron medidas para tratar de contener este foco insalubre.

Pero el caso es que parece no existir manera alguna de poner remedio a los continuos vertidos de enseres, basuras y podas que esta zona de Perleta viene padeciendo históricamente.

En la madrugada del 2 al 3 de agosto, tal vez algún vecino harto de tanta inmundicia, prendió fuego a este abocador de basuras, lo que obligó a los bomberos a intervenir durante varias horas.

Ante el problema más que evidente, la Concejalía de Limpieza ordenó en cuestión de horas retirar todos los desperdicios existentes, tanto los que habían ardido como los que no. Las brigadas de Urbaser, la concesionaria que se encarga de la recogida de residuos sólidos y limpieza del municipio, retiró más de 18 toneladas y lo dejó prácticamente limpio. A esta tarea se dedicaron tanto la brigada de limpieza de solares como la brigada rural de retirada de podas. En total, cinco empleados y cuatro vehículos, entre pala excavadora, camión volquete, camión volquete con grúa y un carga-contenedores.

Sin embargo, apenas un mes después, es como si todo ese trabajo no hubiera servido para nada. Todo aquel que se acerque al lugar podrá comprobar cómo entre la carretera y una portería la acumulación de todo tipo de elementos es amplia.

Muebles, puertas, cristales, bolsas de basura, recuerdos familiares, películas, sanitarios, restos de podas, techos falsos, suelos retirados.

«Se trata de un punto negro donde se producen vertidos de de una forma masiva», reconocía el concejal de Limpieza, Héctor Díez, hace un mes. El Ayuntamiento anunciaba entonces que se iba a pedir a la Policía Local que intensificara la vigilancia (no hay alumbrado) y la intención de colocar carteles advirtiendo de la prohibición de depositar enseres y desperdicios.

Pero no hay rastro de ningún cartel. Tan solo hay un único contenedor de basuras (medio lleno con material vegetal), mientras que el resto de desperdicios se van amontonando en el centro de la llanura.

Incluso algunos vecinos acuden aquí a tratar de rescatar algún objeto, cualquier elemento recuperable, como, por ejemplo, algunas películas (en VHS), una sillita de bebé para el coche prácticamente inservible, o un mueble, tal y como comprobó este diario.

Cerca hay dos viviendas a medio construir, pero vacías, porque al parecer se trata de construcciones ilegales. Un poco más alejadas, hay viviendas de campo, pero ajenas a lo que puede acontecer en este enclave.

Lo cierto es que no pasan muchos vehículos por la carretera próxima y, aunque se trata de un espacio bastante amplio, hay muchas oportunidades, tanto de día como de noche, para depositar residuos sin ser vistos o, al menos, pasando desapercibidos.