Los menores con dificultades económicas y sociales tienen cuatro veces más probabilidades de fracasar en la escuela en la provincia. Son datos que se deprenden del último informe PISA de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que además asegura que el sistema educativo no es efectivo corrigiendo las desigualdades.

Mientras las cifras de la OCDE sitúan que los estudiantes socio económicamente desfavorecidos en España tienen tres veces más probabilidades de tener malas calificaciones, en la provincia de alicante esa cifra se eleva a cuatro. Uno de los motivos, según la organización, es que Alicante registra un alto índice de paro y otra es que la población inmigrante es superior a las de otras provincias españolas.

Así, también asegura que un 30 por ciento de los alumnos que no pasan la educación secundaria obligatoria en la región presenta dificultades económicas.

La Fundación Pere Tarrés es una organización dedicada a la promoción de la educación en el tiempo libre. Para el miembro del quipo directivo de la Fundación Pere Tarrés, Jesús Vilar, «está claro que el derecho a la escuela está garantizado, pero no lo está el éxito escolar».

Y es que, según afirma el experto en educación, el resultado final de los estudios tiene que ver con el carácter del menor pero también con lo que pasa en su territorio y su familia. «Si existiera cooperación entre las administraciones, un proyecto común socioeducativo, las probabilidades de éxito aumentarían».

El capital cultural de los progenitores también influye en las estadísticas según Vilar. «En contexto de dificultades económicas, con familias sin estudios hay más problemas para salir adelante».

Inmigración

Para el responsable del área de educación de la ONG Elche Acoge, Dimas Vega, «el salto a la secundaria es un paso abismal donde las personas desfavorecidas sufren más el cambio». Vega pone como ejemplo el barrio de Carrús en Elche, donde más de un tercio de su población es inmigrante. Así, desde la ONG registran que esta población, sobre todo la recién llegada, tiene muy difícil tener garantizado el éxito escolar, sobre todo al llegar la secundaria. Y es que, según Vilar, cuando un menor recién llegado de otro país, que no habla el idioma, entra directamente al curso que le corresponde según su edad sin tener en cuenta su nivel de estudios y circunstancias personales, trae consecuencias desastrosas para el rendimiento académico.

Según el responsable de educación de la ONG, en la provincia tienen el doble de problemas porque han de aprender dos idiomas, el valenciano y el castellano, y afirma que es un hecho que genera frustración en los menores porque suspenden las asignaturas no tanto por su capacidad de estudio, si no por una barrera idiomática muy grande.

Según Vega, los Centros de Acción Educativa Singular o CAES, como el Montserrat Roig de Elche y algunos más del barrio Carrús tienen el inconveniente de que se convierten en guetos y se les cuelga la etiqueta negativa de que son centros donde el rendimiento académico es bajo porque se concentra una gran población inmigrante.

Además, este aislamiento genera que las relaciones sociales con el resto del alumnado y profesores se dificulte y que sólo se relacionen entre ellos, generando dificultades a la hora de participar activamente en otras actividades escolares. Para Elche Acoge, la población inmigrante debería repartirse más por todos los centros educativos de la ciudad aunque, admite, es una materia compleja de resolver.

Este año, según la organización ilicitana, se están registrando casos de exclusión debido a la confusión que genera la «Xarxa Llibres» de la Conselleria de Educación en secundaria. Al cambiar las ediciones este año, hay institutos que no cuentan con el banco de libros necesario para hacer el reparto. Este hecho, según la ONG «tiene a las familias desconcertadas, es un trámite muy confuso». Además han registrado este mes casos de varios menores que no pueden optar a tener los libros de texto.

Soluciones

«La escuela no puede asumir todo lo que la sociedad cree que las nuevas generaciones deben traer de serie« afirma Jesús Vilar, de la Fundación Pere Tarrés. «Si se quiere que sea así, la escuela deben integrar más profesionales en ella y que los psicólogos y pedagogos considerasen la escuela como un ente más abierto a las necesidades particulares de los niños».