Casi se nos había olvidado, pero con el regreso a las aulas sobrevienen muchos cambios: la vuelta a la rutina, retomar hábitos aparcados durante el verano, nuevas modificaciones en los horarios y también algunas molestias que parecían superadas.

Además de volver a madrugar un poco más todavía para despertar a los pequeños, preparar las mochilas y desayunos y ayudarles con sus indumentarias, hay que llevarlos al colegio. Y es aquí donde coinciden muchos progenitores: todo lo expuesto se asume, pero, en cuanto se coge el coche, uno se aproxima al centro educativo y empieza a vislumbrar una cola de vehículos, es para echarse las manos a la cabeza. Ir con el tiempo justo y ver, además, que las retenciones son de largos minutos, desespera a cualquiera, sobre todo cuando ya apenas lo recordaba. Y esto es lo que ha pasado en estos dos primeros días de inicio de curso. Y es lo que seguirá pasando. Al menos en numerosos puntos de la ciudad, donde a los desplazamientos para ir a trabajar se suman ahora los de los particulares para acercar al alumno hasta el colegio o el instituto.

Preguntados al respecto en la Concejalía de Tráfico y en la Policía Local, desde el Ayuntamiento se indica que es cierto que estos atascos en la hora punta -todos queremos llevar a los menores casi al mismo tiempo y en un mismo espacio físico, por lo que ni las calles ni los aparcamientos en doble fila dan abasto- se vienen dando desde hace años en todas las grandes ciudades. No obstante, en Elche, en los últimos años, aseguran, se han ido reduciendo.

Es más, apuntan las fuentes municipales que la entrada en funcionamiento de la Ronda Sur ha contribuido a que las retenciones, en el conjunto de la ciudad, sean menores o de inferior duración.

En cualquier caso, en estos días de arranque escolar, la Policía Local pone en marcha un dispositivo especial para estar presente en puntos críticos y en otros adicionales, en las entradas y salidas de los centros, donde el intenso tráfico y los peatones no se combinan nada bien. Los agentes tienen que dar prioridad a los transeúntes, aunque eso suponga incrementar las retenciones.

De lo contrario, que se lo digan a los que se manejan por la avenida de la Unesco. La rotonda con la avenida de la Universidad se convierte en un auténtico foso para los conductores, y tiene cierto peligro para peatones y ciclistas. Todos vamos con prisa y eso puede implicar cometer fallos.

También, en el entorno de la rotonda de la Guardia Civil se organizan auténticos problemas de tráfico. Aunque esté la Policía Local presente, nunca llueve a gusto de todos, ni de las familias que llevan a pie a sus hijos, ni de los conductores que se ven inmersos en una retahíla de acelero, paro, acelero, paro, semáforo, ceda el paso, acelero, paro.

Recuerdan desde el Ayuntamiento que en septiembre aumenta el tráfico en parte porque muchas familias todavía están viviendo en la playa, en Santa Pola o en el campo y llevan más en coche a sus hijos, hasta que en octubre comienzan a funcionar los autobuses. La confluencia de las calles Pedro Juan Perpiñán con Federico García Lorca, la zona de Candalix o la rotonda de la Comisaría, donde la plaga de coches que aparcan sobre la acera es una estampa ya tradicional, son ejemplos de una realidad que solo parece que puede evitarse si se madruga más y se deja al escolar antes que nadie.