Como cada final de verano, la provincia mira al cielo y piensa inevitablemente a partir de ahora en la temida gota fría, un fenómeno que provoca precipitaciones torrenciales en muy pocos minutos y que genera escenas de caos por inundaciones de inmuebles, anegaciones de calles y desbordamiento de alcantarillas y cauces.

Escarmentados como estamos por los numerosos episodios acontecidos en distintos puntos de la provincia en el pasado, localidades como Elche y Santa Pola intensifican ahora los trabajos necesarios para que, en caso de lluvias copiosas, ambas ciudades estén más que preparadas para hacer frente a las inclemencias de la meteorología y que así sus habitantes estén lo más seguro posible.

Así, por ejemplo, en Elche en agosto y, sobre todo, en septiembre, se potencia la limpieza de los imbornales. «Además de los 3.500 imbornales que aproximadamente se limpian mensualmente, el número total de limpiezas correctivas que se realizan en previsión de las lluvias torrenciales es de aproximadamente 600 imbornales más», explica el concejal de Medio Ambiente, Antonio García Díez a partir de los datos aportados por Aigües d'Elx.

Paralelamente, se lleva a cabo una limpieza preventiva en las zonas del Sector V, el polígono industrial de Carrús y Altabix, «ya que éstas son unas de las cuencas de mayor recogida de aguas pluviales de la ciudad», según indica el edil y también desde la empresa mixta.

Las calles Pinoso, Sax, Pedro Juan Perpiñán, las avenidas de la Libertad y Cortes Valencianas, así como distintos tramos de la Circunvalación Sur son puntos críticos en episodios de fuertes lluvias y sobre los que se pone especial atención.

Asimismo, se hace un esfuerzo adicional para acometer la limpieza de estaciones de bombeo de aguas residuales, así como el mantenimiento de los equipos electromecánicos y grupos electrógenos de manera que, si se interrumpe el suministro eléctrico, las 24 unidades de bombeo existentes en el término municipal pueden seguir funcionando.

Matola, Valverde, Balsares y Arenales del Sol, así como los tanques de tormenta en Elche Parque Empresarial, «que laminan el caudal de entrada a los colectores y evitan inundaciones en Torrellano y El Altet», según Aigües, también están ya más que preparados.

A su vez, se ha elaborado un protocolo cuya finalidad es la de definir los puntos críticos y los mecanismo de vigilancia y alerta a adoptar cuando se presenten (si es que llegan) los diferentes niveles de precipitaciones y caudales. Esto incluye tener listos distintos equipos para operar y actuar sobre el terreno en función del nivel de alerta.

Mientras, en Santa Pola, también se llevan a cabo trabajos similares. «El drenaje de las aguas pluviales ha sido históricamente un problema en Santa Pola, asociado principalmente a su situación geográfica y a la irregular distribución de las lluvias a lo largo del año», recuerdan desde Hidraqua, la mercantil que aquí gestiona el ciclo del agua.

La villa marinera, con 32 kilómetros de colectores y 1.200 imbornales, ha asistido en la segunda quincena de agosto a las labores pertinentes en la zona centro, para no obstaculizar las fiestas patronales. «En estos momentos continuamos trabajando de forma intensiva para finalizar la limpieza del 100% de los imbornales», según indica Isabel Butrón, gerente de Hidraqua, mercantil que refuerza su plantilla cuando hay precipitaciones, con el objetivo de controlar el estado de la red en todo momento e iniciar las labores de limpieza en el menor tiempo posible.

Por otro lado, Hidraqua cuenta con un plan director para Santa Pola cuyo objetivo es reducir progresivamente los problemas de inundaciones, a través de la mejora del sistema de evacuación de aguas pluviales.