Establecimientos de Elche han comenzado a recoger firmas para devolver las churrerías al casco antiguo, tras la nueva normativa en la que trabaja el Ayuntamiento para proteger el centro histórico de la venta ambulante y que ya ha tenido sus efectos en estas fiestas patronales.

Comercios, principalmente de la calle Obispo Tormo, han señalado la importancia de contar con puestos de churros para atraer a la clientela a esta vía peatonal de la ciudad. Y es que, el tripartito ha establecido un área de protección delimitada al este por el cauce del río Vinalopó, al norte por el Hort del Xocolater, al oeste por el Portell de Granyana y la calle Ancha, y al sur por la Plaça Baix, las calles Troneta y Hospital, hasta la Glorieta.

Con ello, desde la churrería que se instalaba en la Plaça Santa Isabel, lamentaron ser uno de los negocios ambulantes que se han visto afectados por la restricción municipal. «Llevamos seis años montando en esta zona y no hemos tenido problemas ni con los vecinos, ni con los comercios, al contrario. Nos han mostrado su apoyo para pedir que nos dejen volver», señaló el encargado de la churrería.

En este sentido, el punto de venta ha pedido una excepción al Ayuntamiento para seguir montando el puesto en Navidad, Semana Santa, Carnaval o las fiestas de agosto. Sin embargo, en las recientes celebraciones, la churrería ya se vio obligada a desplazarse a la calle Trinquet, donde, según señalan, las ventas han caído considerablemente. Por ahora, el negocio ha recogido ya más de 1.400 firmas para presentarlas en septiembre al Ayuntamiento como medida de presión.

Por su parte, el informe patrimonial, que ha motivado la determinación del equipo de gobierno, ha dictado que en el entorno próximo de los inmuebles protegidos y, de forma particular, en el recinto del conjunto histórico-artístico, se evitarán elementos o instalaciones discordantes que rompan la armonía con el ambiente. En septiembre está previsto que se apruebe la normativa final.